La empresa, el gobierno (nacional y el de la ciudad), y la UTA, se vieron obligados a sentarse a “negociar”.
Fueron los trabajadores con su firmeza
quienes torcieron la voluntad de esas tres caras de una misma parte (la
burguesía monopolista) para avanzar en la lucha.
Los medios, hacen coro con las
instituciones mencionadas y pintan el caso como que los “metrodelegados”
debieron aceptar el aumento que la UTA ya había conseguido con
anterioridad…y agregan: más algunas mejoras en las condiciones de
trabajo.
Quieren mostrar a toda costa que lo
logrado no significa nada. Quieren mostrar a toda costa que los
conflictos se resuelven en las negociaciones superestructurales tratando
de sepultar la movilización que es la base de todo lo que se logra.
Quieren mostrar a toda costa que aunque caiga agua a raudales, hay sol y
podemos ir de picnic.
La lucha de los obreros y trabajadores
del subterráneo deja un mojón extraordinario en las luchas de la clase
obrera y trabajadores nacionales contra los planes de ajuste y baja de
salario que aplica el capital financiero a través de sus gobiernos (sean
estos el nacional, con Cristina Kirchner a la cabeza, o el de la ciudad
con Macri, o provinciales y municipales con sus personajes hartamente
conocidos y repudiados local y regionalmente).
La lucha de los obreros y trabajadores
del subterráneo no sólo conquistó un aumento de salarios sino, además,
mejores condiciones de trabajo, lo cual sienta un precedente para las
negociaciones paritarias. La lucha no ha terminado y sólo se da un
paréntesis en la contienda, pues la lucha de clases no es sectorial como
nos quieren hacer creer.
La lucha de los obreros y trabajadores
del subte es sólo una muestra, en este momento la más resonante, de
tantas otras luchas que con firmeza, constancia y convicción llevan
adelante a lo largo y ancho de todo el país trabajadores y pueblo en
general que se oponen a la aplicación del saqueo generalizado que
practica la oligarquía financiera.
Esta lucha avanza y se extiende
imprimiendo a la contienda contra los explotadores la característica de
una nueva fase en la que la iniciativa y las decisiones finales dependen
de la movilización y las luchas de las masas populares.
En esta fase que estamos transitando, la
burguesía y todas sus instituciones (incluidos gobierno y sindicatos),
no tienen más remedio que aceptar la nueva situación: acostumbrarse a
vivir con el enfrentamiento cada vez más generalizado a sus políticas y a
intentar, como manotazos de ahogado, mostrar cada paso que dan la clase
obrera y el pueblo como un intento fallido, aunque eso no lo crean ni
ellos mismos.
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