No
importa cómo llamemos ésta etapa de la lucha de clases que estamos
transitando, a veces las palabras de nuestra rica lengua también se
“maravillan” de todo lo nuevo que está aconteciendo.
Lo cierto es que querer encorsetar esa riqueza sería un error.
En el mundo y en particular aquí, la
bronca, la furia, el cansancio, el hastío al sistema es muy amplio, a la
vez que profundo. Millones ya saben lo que no quieren y lo tienen
adherido al “cuerpo y al alma”, y hay millones que de una u otra forma
están en la búsqueda de algo diferente, de respuestas a problemas que
sobrepasan a cada individuo y se transforman en un problema social.
Así las cosas, se plantean dos grandes
temas (entre tantos otros) que queremos abordar en la búsqueda de los
caminos de la revolución.
Por un lado el enunciado del artículo, se sabe lo que no se quiere.
En ese sentido pensamos que ese es un grado de conciencia política. Más
allá de expresiones individuales, en los hechos, vos, lector ¿le
entregarías las llaves de tu casa al comisario de tu seccional para que
cuide de tus hijos?, ¿Esperás que todos los políticos, parlamentaristas,
presidentes-as, gobernadores, intendentes cumplan con lo que
prometieron en las elecciones? ¿Los jueces, sin contar que la mayoría
son payasos mediáticos imparten justicia a favor de los desposeídos?
¿Vos creés de verdad que las mineras, las petroleras, las automotrices,
ayudan al medio ambiente y en especial al trabajador, principal fuerza
productiva, o hacen sus espurios negocios como se les place? ¿Vos creés
que el reclamo a las autoridades es el pedido o la exigencia a través de
la lucha?, en fin, las cuestiones esenciales del andar del Estado y del
sistema, está cuestionado estructuralmente.
Este es un grado de conciencia social ya impuesto.
Por otro lado está el alto grado
existente de organización social para producir y distribuir los
productos, amén de la compleja gama de servicios y administración
existente a lo largo y ancho del país. El sistema es capitalista y es
notoria la sociedad industrial, el orden industrial.
Nada se puede pensar sin organización
con esa impronta, risueñamente podríamos afirmar que ni una fiesta
familiar puede estar exenta de esa vida cotidiana de trabajo organizado
para producir, ¿acaso los turnos rotativos no pesan a la hora de ponerle
fecha a encuentros tan queridos?
¿Qué queremos decir con esto? Que pensar
que en los diferentes grados de organización política que se necesitan
como herramientas para la revolución “hay que empezar de cero”, sería
una subestimación mayúscula a millones y millones de compatriotas. Hay
un sentido de organización que a la hora de la lucha emerge con fuerza ,
que “no se sabe de donde apareció ese torrente”, pero el torrente
está.
En fin, son muchos los ejemplos de lucha
que podríamos tomar, pero lo cierto es que cuando nuestro Partido
afirma que hay bases materiales y objetivas para la revolución la
entendemos fundamentalmente por allí, incluso para pasar la primera
etapa logrado el poder.
Sin embargo no en toda lucha,
movilización y organización que las masas están dando las ideas
revolucionarias, el proyecto revolucionario, el hacia donde ir están
presentes.
Esa dificultad es la que hay que ir sorteando.
En todas las luchas que se están
abriendo, en todas las trincheras las ideas de la revolución tienen que
ir ganando el terreno de la disputa.
Darle valor al grado de conciencia ya
adquirido, a la capacidad organizativa de nuestro pueblo son claves para
afirmar la idea de que la revolución está en marcha y
que nada hay que comenzarlo de cero en los diferentes planos de las
organizaciones políticas y la unidad del pueblo entendidas ambas desde
la lucha.
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