La
producción capitalista es anárquica e inhumana por donde se la mire. Ya
que su eje central esta puesto en la ganancia. Todo vale y nada importa
mientras el negocio sea sustentable. Ni la vida de los seres humanos,
ni la naturaleza tienen tanto significado como la ganancia y los
intereses económicos y políticos de la oligarquía financiera mundial.
La destrucción de la
naturaleza y el medio ambiente, más la utilización del hombre como
mercancía sacándolo completamente de su esencia de ser humano para
convertirlo en un engranaje más de la maquinaria capitalista, son el
resultado de la voraz y anárquica lógica de la ganancia y los negocios
en el capitalismo.
Así se extrae el petróleo; los minerales
de la tierra; se fumigan las plantaciones de soja para que sean mas
redituables; se devastan bosques enteros para la producción de pasta de
celulosas, etc. Pero también el capitalismo se adueña de la vida humana
para ponerla en funcionamiento como una mercancía más para la
producción. Y de esta manera el hombre se separa de la naturaleza, del
fruto de su trabajo y del trabajo mismo que se convierte en ajeno como
fuente vital de su esencia. Por lo tanto el trabajo pasa a ser una
obligación o un deber, y no una satisfacción. Ya que el desarrollo de su
trabajo deja de corresponderle para vendérselos a su empleador a cambio
de un salario.
En estos días, nos contaba un obrero que trabaja en Cerro Negro, mayor yacimiento de oro de la provincia de Santa Cruz,
perteneciente al monopolio minero Goldcorp, que él vive en la provincia
del Chaco, y trabaja en Santa Cruz. Es decir se cruza de sur a norte el
país, para ir en busca del salario para su familia, bajo un régimen de
trabajo de 20 x 10: se aleja 20 días de su familia, para volver a su
Chaco natal cuando está de franco los otros 10.
En esa misma lógica los trabajadores
petroleros, se alejan de sus casas para internarse campo adentro hacia
las entrañas de los pozos, alejándose de sus familias por 7, 10, 15 y
hasta 20 días. En la provincia de Buenos Aires, un obrero que trabaja en
un frigorífico en la zona de Mataderos en La Capital, vive en Gonzáles
Catán, a 42 km de su trabajo, viajando en colectivo 2 horas de ida y dos
horas de vuelta. Un obrero que trabaja en la planta de Volkswagen, en
la zona de Gral. Pacheco, trabaja hasta 12 hs todos los días para poder
llegar a un sueldo que le permita poder cumplir con todas las deudas.
Otro obrero que trabaja en La Salteña, en el parque industrial de
Burzaco, cumple con el régimen de los turnos rotativos, para que la
empresa pueda garantizar las 24 horas del día de funcionamiento.
Estas realidades que vivimos los
trabajadores diariamente y que pasan desapercibidas por los medios de
comunicación son algunos ejemplos de cómo la lógica de la producción
capitalista convierte a los seres humanos en mercancía, separando al
trabajo del hombre. Sumado a estas condiciones, los bajísimos salarios
remunerados, para que un ínfimo porcentaje de la población, garantice
sus negocios y sus ganancias y obtenga aún mayores réditos económicos,
la destrucción del ser humano y de la naturaleza están a la orden del
día.
Imaginándonos sólo por unos segundos, si
el desarrollo de lo producido por nuestras propias manos fuera para el
bien social, si todas las riquezas que producimos no estuvieran en
función de las ganancias de los monopolios y estuvieran al servicio de
la población y si se extrajera lo justo y necesario de la naturaleza
para el bienestar de la población contemplando el cuidado del medio
ambiente, nos damos cuenta que la solución de los problemas está en
nuestras manos.
LA REVOLUCION ESTÁ EN MARCHA.
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