El lunes 6 de agosto, publicamos en este medio una nota acerca de la lucha llevada adelante por las Madres de Ituzaingó,
organización que viene luchando e impulsando un juicio contra los
responsables de las enfermedades que provienen del uso de semillas
transgénicas y la fumigación, en la localidad de Malvinas Argentinas, en
la provincia de Córdoba.
Como todas las luchas que lleva adelante nuestro pueblo, las asiste la razón y la verdad.
En la Revista MU, el periódico de La Vaca, del mes de Julio, se publica un estudio que nos ilustra más todavía sobre este saqueo asesino de las multinacionales y sus gobiernos. Algunos datos que de allí extraemos son:
-Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y
Bolivia tiene 47 millones de hectáreas sembradas de soja transgénica; es
decir, el 44% de las tierras cultivables tomando los cinco países en
conjunto.
-Desde 1991, entre los cinco países, se pasó de 15 millones de hectáreas a los 47 millones actuales.
-Brasil y Argentina concentran el 90% de la superficie de soja de la región.
-Solo en nuestro país, desde 1991 por
cada hectárea de soja existían 7 hectáreas de bosque; en 2009 esa
relación se redujo a 1,9.
-El crecimiento del cultivo de soja se
ha realizado en detrimento de otros cultivos, sin ningún tipo de
planificación ni control alguno.
-El destino de la soja que se produce en
estos países se utiliza, principalmente, como alimento animal y materia
prima de biocombustibles.
-La concentración de la tierra ha sido
el fenómeno inevitable que acompañó este proceso, por lo que sólo en la
Argentina más del 50% de la producción está controlada por el 3% de los
productores. Además, a la hora de la comercialización, todo el producto
termina en el embudo de las grandes exportadoras de cereales mundiales.
-En 2010, en nuestro país se utilizaron 1,2 millones de litros de agroquímicos, comprobadamente tóxicos y venenosos, al punto que su uso ha sido prohibido en trece países de la UE.
Lo que confirma este informe es que las políticas de los gobiernos marchan al compás de las grandes corporaciones, de sus necesidades y planes. Ninguna decisión es tomada en forma soberana sino que están atadas a los planes mundiales de Monsanto, DuPont, Bayer, Syngenta
y algunas pocas empresas más; baste solamente resaltar que la soja que
se produce se la región sirve para alimento animal y biocombustibles.
La depredación irracional de la tierra,
cultivando sólo lo que a las grandes corporaciones les interesa, dejando
envenenamiento y marginación a las poblaciones afectadas, desnudan la verdadera cara del capitalismo monopolista y de los gobiernos que llevan adelante sus políticas.
Allí se terminan las discusiones sobre
“derecha” o “izquierda”; son gobiernos al servicio de los monopolios
mundiales y que se vanaglorian de ser parte de ese “proceso”.
La heroica lucha de las “Madres de
Ituazaingó”, como la de cientos de organizaciones en nuestro país y la
región, están enfrentando no sólo a los que llevan enfermedad y muerte a
sus pueblos, sino a grandes corporaciones y a los gobiernos que han
hecho de nuestros territorios un solo lugar para la explotación a
mansalva y sin medir costos humanos, con el único fin de agigantar sus
negocios mundiales. Esas verdaderas gestas ponen piedra sobre piedra en la construcción de la verdadera lucha emancipadora de los pueblos,
cuyo triunfo final será la expulsión de estos verdaderos asesinos y el
uso de la tierra y sus recursos para la satisfacción de las necesidades
del ser humano.
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