miércoles, 1 de agosto de 2012

El trabajo de miles de millones de personas en el planeta se lo apropia una ínfima minoría


En abril de 2009, un comunicado del G20 anunciaba con bombos y platillos un control estricto sobre los paraísos fiscales, como medida para enfrentar la crisis severa que vive el capitalismo a nivel mundial.
Ahora se ha conocido que entre 2005/2010, el dinero que se ha “fugado” a los paraísos fiscales es de 25.500 billones de euros, suma que es mayor al equivalente de la suma de los PBI de Japón y EE.UU.
Sin embargo, los verdaderos paraísos fiscales no son ni las Islas Vírgenes, ni las Caimán. Estos son solo lugares de tránsito para luego ese dinero volver a los verdaderos paraísos, que son Luxemburgo, Inglaterra, Suiza y Estados Unidos, principalmente. Y en este circuito cumplen un papel insustituible los bancos. El UBS, Credit Suisse, HSBC, BNP Paribas, Deutsche Bank, Barclays, Goldman Sachs, ABN Amro son solo algunos de los bancos mencionados en un informe elaborado por una fundación denominada Tax Justice Network.
Los bancos son los “tesoreros” del sistema capitalista; es decir que estamos hablando de capitales que no son “especulativos” sino que son capitales que provienen de la producción y que terminan siendo el botín del que se apropia la oligarquía financiera (la fusión entre el capital industrial y el capital bancario) a nivel mundial.
Esa cantidad enorme de capitales es fruto del trabajo de miles de millones de personas en el planeta y es apropiada por un ínfimo sector, el mismo que afronta la peor crisis del sistema capitalista en su historia aplicando políticas que llevan a más empobrecimiento y más superexplotación de esos miles de millones de seres humanos que generamos las riquezas.
El carácter explotador del ser humano y de la naturaleza se da en el planeta y en cada país porque el capitalismo no puede actuar de otra forma sino concentrando y centralizando los capitales cada vez en menos manos. Y cuanto más se profundiza su crisis estructural más este paso se acelera en una carrera alocada por la ganancia, cuanto más rápida mejor.
Estamos hablando de miles de miles de millones que el sistema capitalista concentra y centraliza producto de su funcionamiento intrínseco. Queremos decir que no hay voluntad que pueda dominar este proceso, ni medida que pueda disciplinar u ordenar dónde van los capitales; la lucha de los pueblos en el mundo comienza a entender estas causas profundas de los males que nos aquejan y las épocas de revoluciones sociales se abren paso cada vez como más necesarias y únicas salidas para la Humanidad.

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