martes, 17 de julio de 2012

Un Estado en estado deplorable

El conflicto de la policía de Santa Cruz que ya lleva dos semanas en que la tropa está totalmente insubordinada al poder político, es una prueba más de la descomposición del capitalismo que ha llegado a niveles nunca antes visto.
La policía, al igual que todas las fuerzas de seguridad, el ejército, y las instituciones estatales, se fueron desarrollando históricamente para disciplinar a las masas que intentaran torcer el brazo a la clase minoritaria que se enriquece y vive a costa del trabajo y la explotación de las grandes mayorías populares.
Es por eso que el Estado, surge desde mucho antes que existiera la burguesía. Nace como necesidad de la clase propietaria para proteger su injusta organización social, basada en la propiedad y tenencia de todos los medios de producción que requiere la humanidad para poder vivir.
El Estado de las minorías, se basa en el poder del dinero, la corrupción, la compra de voluntades y la traición. Es un instrumento de fuerza que ejerce la violencia sobre la mayoría de las personas que constituyen la sociedad y que son las que producen toda la riqueza existente.
De otra forma sería absurdo pensar que una minoría absoluta de la organización social pudiera mantener y profundizar sus privilegios haciendo que toda la masa mayoritaria trabaje para ella y sus vicios.
En consecuencia, el Estado de nuestro país, el Estado burgués monopolista, no cumple otra función que la de ejercer la violencia absoluta sobre el pueblo en todos los planos posibles: el político, el económico, el social, el ideológico, etc.
Pero, ¿qué pasa cuando la misma fuerza de represión, en este caso la policía, se insubordina y hace suyos los reclamos que, desde tiempo atrás, vienen levantando millones de personas de las clases desposeídas (nos referimos a los obreros, los trabajadores en general, los desocupados, los jubilados, estudiantes y pueblo todo)? Pero, además, adoptan formas de organización que el propio movimiento de masa ha generado en sus justas luchas y constituyen los embriones de una nueva organización que repudia a la institucionalidad del sistema y sienta las bases de la destrucción de la vieja sociedad moribunda cual es la AUTOCONVOCATORIA.
Los mismos individuos de los que se vale la burguesía monopolista para reprimir a los obreros y pueblo que toman una fábrica, cortan una calle, realizan una manifestación en contra del agravamiento de sus condiciones de vida, por aumento de salarios, por la inseguridad y la desprotección ante el crimen y la violencia social generada desde el propio poder estatal y la clase dominante, son los que ahora toman dependencias policiales, se autoacuartelan, rechazan aumento de sueldo de 34% por considerarlo insuficiente, reclaman un básico de $ 9.000 porque con menos es imposible vivir.
Se insubordinan y luchan contra el propio Estado que los parió, y reivindican su condición humana de la que se “olvidan” cuando reprimen a hombres, mujeres (viejos y jóvenes) que luchan también por su dignidad humana.
Ante esta situación, el gobierno de Santa Cruz pide al gobierno nacional que le mande la fuerza represiva federal (gendarmería, prefectura, policía federal u ejército), para controlar la situación de inseguridad que vive la provincia. Cabe preguntar, ¿inseguridad de quién? Porque el pueblo no se siente inseguro, más bien el problema lo vive la burguesía a quien le falta su organismo represivo y no tiene respaldo armado frente a posibles desbordes populares, y ante el conflicto que enfrenta con su policía.
Veremos cómo responde el gobierno nacional ante ese pedido, luego de los dichos de la presidenta Cristina Kirchner, en ocasión de la muerte de los gendarmes por el accidente automotor en la ruta 3, cuando afirmó que “nunca más iba a mandar la gendarmería y que las provincias deberán arreglar sus conflictos sin la ayuda de la fuerza nacional”, siendo que este conflicto se desarrolla en la provincia en la que la mandataria tiene su hogar y el asiento de sus negocios especulativos.
El nivel de descomposición que presenta el poder burgués tiene la contrapartida de la fortificación de su oponente, los trabajadores y pueblo en general. Este conflicto contribuye a la profundización de la crisis burguesa generada por el abajo que se mueve y lo hace temblar.
Hoy más que nunca deben fortalecerse la unidad y la organización que requerimos para desarrollar el camino de liberación hacia la construcción de una nueva sociedad que sepulte a la actual sumida en su punto de putrefacción más profundo.

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