Por eso, este sector dominante y más
concentrado de la burguesía, en forma permanente, trata de mostrar que
ellos no son el imperialismo y que el imperialismo es ajeno a nuestra
frontera. “El imperialismo está afuera, o viene desde afuera de la mano
de un traidor para apoderarse de nuestro país, y entonces el gobierno es
también víctima de sus garras”.
Ése es el esquema preferido del gobierno
de Cristina Kirchner y sus seguidores “progresistas”. Por eso han
tomado como caballito de batalla un monopolio de los medios al que le
han colgado el estigma del malo de la película, simulando llevar
adelante una política “contra la corporación”.
Mientras tanto, se ejecutan las
políticas dictadas por los grupos monopolistas que manejan las riendas
del Estado, tales como empresas automotrices, mineras, petroleras,
aceiteras, alimentarias, telefónicas, eléctricas, gasíferas, bancos,
etc., y se entrega la riqueza del territorio y la sangre del pueblo.
Es que en el mundo imperialista no hay
lugar ni margen para políticas diversas. Sólo hay posibilidad de
aplicación de una sola política que es la del saqueo y estrujamiento a
la clase obrera, trabajadores y pueblo en general.
Los intentos que hacen los gobiernos de
turno por borrar el carácter imperialista de su accionar tratando de
demostrar que son distintos a los anteriores y a los que vendrán,
pretendiendo hacer creer que sus políticas son decididas por la voluntad
de los hombres y mujeres que aparecen al frente de los cargos, y que
nada tienen que ver con los intereses de clase que defienden para
beneficio de unos pocos, se choca y se hace añicos ante la realidad
objetiva que sufren las grandes mayorías de la población.
Esto y no otra cosa, es lo que refleja
la lucha por la eliminación del impuesto a la “ganancia” sobre el
salario, la reinstalación del salario familiar para todos los
trabajadores, y la eliminación de todo techo para los aumentos
salariales. Estos tres reclamos sintetizan la lucha por la distribución
de la riqueza que también contempla la lucha por los recursos que se le
niegan a los jubilados, los desocupados, los sufrientes trabajadores
independientes, en suma, todo el pueblo.
A pesar de que el gobierno diga que el
impuesto a la “ganancia” al salario, es necesario para cubrir gastos de
infraestructura, salud, vivienda y otras cosas que necesitan los que
menos tienen, todos sabemos que esa parte de la masa salarial, que es
millonaria, sirve para bajar el costo laboral, también para acumular
capitales que usan los monopolios para incrementar sus ganancias a
través de los subsidios que el Estado les otorga, préstamos a intereses
bajísimos, pagos de “deudas” que ellos tienen, etc.
Por eso son tantas las voluntades que
van a expresarse mañana en la movilización, pero la Plaza de Mayo sólo
será una mínima parte de lo que en realidad se siente y se anhela a lo
largo y ancho de todo el país. Sólo una puntita de un gran iceberg.
La brecha que abrió este torrente
irrefrenable que bramaba en la más profunda base social de nuestro
pueblo pugnando por salir unitariamente, y que supo abrirse camino a
través de las propias luchas y las grietas y contradicciones que se
generaron en la burguesía monopolista, se hace ancha, camina por las
calles, atruena las fábricas, se hace eco en las mesas familiares y ya
no tiene retorno.
Otra vez, la oligarquía financiera ha
perdido una batalla política más frente a la tozuda persistencia de la
lucha de los trabajadores y pueblo contra el imperialismo y su gobierno
“nacional y popular”.
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