El
Estado es el aparato del que se vale la clase dominante en el poder (en
este caso la burguesía) para dictar y hacer cumplir las leyes y
resoluciones que la benefician y para reprimir todo intento popular de
rebelarse.
La burguesía ha creado distintas fuerzas armadas para tales fines: el ejército, la policía, prefectura y gendarmería.
Cuenta con “escuelas” e institutos
especiales para “educar” y preparar en todo sentido a los futuros
miembros de esas fuerzas especiales para profesionalizarlas en las
tareas de defensa de sus intereses.
El discurso que los gobernantes repiten y
que está institucionalizado en la sociedad es que estas fuerzas son
servidoras públicas (haciendo creer que las mismas están al servicio del
pueblo), y escondiendo, por lo tanto, el verdadero motivo para el cual
fueron creadas y desarrolladas.
Pero en una situación de crisis
estructural y estado de descomposición como el actual en que se halla la
burguesía y todo su sistema de dominación, salen a la luz la pudrición,
el pus y la gangrena que, en forma subterránea, siempre han existido en
el Estado al servicio de la burguesía. Y no puede ser de otra manera,
ya que defender los intereses de una minoritaria oligarquía financiera,
sólo puede hacerse mediante la corrupción, la mentira, los negociados y
prebendas de todo tipo, y otras delicias que caracterizan al poder
burgués.
Un ejemplo de ello es lo que se conoció en la ciudad de Rosario por estos días.
El ISEP (Instituto de la Seguridad
Pública), más conocido como la escuela de cadetes de la policía, fue
noticia por la intoxicación masiva de más de 400 alumnos por haber
ingerido comida en mal estado.
Pero a raíz de eso (que quiso ser
desmentido por las autoridades para ocultar los negociados con la comida
de los alumnos), saltó una denuncia por abusos sexuales masivos a las
alumnas que se quieren recibir de policías y que están internadas en
dicho instituto.
No es que la práctica sea nueva. Lo
nuevo es que sale a la luz pública. Y esto no pasa únicamente en Rosario
sino en todo el país.
Las alumnas, quienes tienen miedo de que
se conozcan sus identidades porque están amenazadas de muerte, dicen
además que no se les enseña nada y que sólo se las maltrata, haciéndoles
hacer “cosas” por la fuerza, despertándolas a la madrugada para
“bailar” (ejercicio físico forzado y extenuante). El odio y el
resentimiento en algunas y la sumisión y la disposición a reproducir lo
mismo que recibieron, en otras, son los resultados inevitables de la
educación recibida en esos lugares.
Esta es la preparación para la cual se
entrena a los hombres y mujeres autorizados por el Estado a portar armas
para el ejercicio exclusivo de la represión y el “combate” al delito.
Como vemos, de la misma manera que la
burguesía prepara a sus funcionarios para “liderar” la marcha del país,
enseñándoles a mentir, a defender los intereses de la minoría en el
poder, a transar a espaldas del pueblo, a priorizar sus beneficios
personales y de grupo contra la integridad del pueblo y su futuro
ejerciendo y multiplicando los mecanismos de la explotación, así también
saca lo peor de cada uno de los alumnos que asisten a esos institutos
de “educación” para conformar las fuerzas armadas y de seguridad que van
a defender sus intereses y a reprimir a la población que se rebela.
Pero, sin embargo, como todo lo que hace la burguesía con la sociedad, esto también se le revierte y le explota en las manos. Para
hoy se está preparando una marcha “autoconvocada” por familiares, ex
alumnos y otras personas hacia la puerta de la escuela de cadetes de
policía para denunciar y exigir a las autoridades el freno de estas
prácticas y el esclarecimiento de los hechos denunciados.
La seguridad del pueblo depende de su
movilización y organización de donde surgen los mecanismos que se van
creando para defender nuestros derechos, vida, e integridad como seres
humanos. Lo sano de la sociedad anida en los trabajadores, vecinos y
jóvenes ansiosos de futuro luminoso. Aunque la mayoría lo sabemos, vale
la pena recordarlo. Las puebladas de Cañuela y Río Turbio, como muchos
otros hechos, así lo ratifican.
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