En un proceso revolucionario las Instituciones
de la revolución hay que ir creándolas, hay que acompañar las ideas
políticas y teóricas con organización y metodologías afines.
¿De dónde surgen?
Las
instituciones revolucionarias surgen de la propia lucha de las masas.
Surgen como producto, como creación de la experiencia de nuestra clase
obrera y el pueblo. En ellas se funden las aspiraciones inmediatas de
las masas con las aspiraciones de cambios más profundos. Quizás sería
más correcto hablar de crear organizaciones e instituciones afines con las necesidades de la revolución.
Las Instituciones del pueblo, afines con la revolución, son aquellas que en los hechos se proponen como doble poder, toman en sus manos la responsabilidad de dar respuesta a lo que el poder burgués ya no está en condiciones de responder.
Esas Instituciones de la revolución
vienen por abajo, de la respuesta con la lucha a todas las iniciativas
del poder, así existen hoy comisiones internas que van por ese camino,
cuerpos de delegados, grupos de
obreros que se reúnen para tomar medidas de lucha, vecinos que se
agrupan para el reclamo de luz, agua, vivienda, seguridad, estudiantes secundarios, universitarios, trabajadores de la salud, educación etc.
Pululan miles de organizaciones de todo tipo que se enfrentan ya no sólo por su reclamo, las une la lucha por el respeto y la dignidad,
lo cual de hecho le va dando otro contenido al del reclamo que los unió
originalmente. Y este conjunto de cientos y miles de organizaciones,
constituye prácticamente un programa de unidad y aspiraciones resumidas
en una consigna abarcativa de la gran mayoría del pueblo.
Para la Clase dominante las
únicas instituciones valederas son las del Estado del que ellos son
amos y señores. Dentro de ello, todo. Fuera de él, nada. Entonces atacan
la idea central de las Instituciones del pueblo,
las ya nombradas y otras, las que utilizan a las instituciones del
poder pero no se someten a ellas, las minimizan, las ningunean, las
enfrentan.
Estas Instituciones del pueblo que están tomando prestigio en la lucha tienen que erigirse como Instituciones
estables, pues son y serán la base fundamental de la lucha por el
poder, serán sin lugar a dudas el nuevo Estado revolucionario que
desplazará al poder del actual Estado Burgués.
En
este caminar de instituciones ya concebidas por la necesidad de la
lucha, nos cabe a los revolucionarios jerarquizar esas herramientas.
La burguesía no descansa en lo ideológico por imponer sus instituciones y cotidianamente no da tregua en esta guerra de clases.
Se hace imperioso debatir en asambleas la idea de concebirse como instituciones de un poder y avanzar en esa idea con propuestas de acción en ese sentido. Por
ejemplo, en el tema de la seguridad todos sabemos que las instituciones
del Estado, es decir, ejército, policía, gendarmería, prefectura, entre
otras, custodian los intereses de la oligarquía financiera, el
presupuesto del Estado va dirigido para ellos.
Para
nosotros hay que insistir en lo que se está haciendo, es decir, seguir
creando nuestra propia seguridad y no permitir la presencia de la droga,
el chorreo, los grupos de lúmpenes avalados desde el poder. Esas
organizaciones embrionarias son las Instituciones del pueblo, son el doble poder y, como tales, los revolucionarios tenemos que ser parte de ellas y, donde no existen, impulsarlas.
Es
una mirada para el presente previendo el futuro, creando las bases del
nuevo Estado con las nuevas instituciones que se vienen abriendo paso
por sobre las viejas estructuras de un Estado repodrido por donde se lo
quiera mirar.
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