Una
mercancía producida en nuestro país requiere de un alto grado de
socialización de la producción. Cada vez más la gran industria, sometida
a la globalización en el sistema capitalista, exige más y más
competencia, más rotación de productos en la “góndola”; día a día la
burguesía está obligada a socializar la producción y producir ataduras
desde allí a la clase productora, es decir el obrero. Ese camino
objetivo de unidad de la sociedad humana para producir una mercancía y
distribuirla se choca frontalmente cuando se trata de ver quién se lleva
la frutilla del postre. Lo curioso del proceso es que cuanto más
socialización para producir riqueza, más concentración de quienes se
llevan lo sustancioso de lo producido.
¿Qué han hecho los sucesivos gobiernos
para entorpecer esa unidad objetiva para producir y seguir en el camino
nauseabundo de acumulación de riquezas individuales?
En todo caso ¿Qué es lo que no han hecho? De todo.
Nos intentan dividir desde el mismísimo
puesto de trabajo con nuestros compañeros, crean categorías, ”jefaturas”
por centavos de diferencias, que si te “doy horas extras o te las
saco”, en fin, infinitos recursos para dividir por arriba lo que está
atado para producir.
Ese esquema que se da en el puesto de
trabajo se retrasmite al plano nacional, nuestro país es un país
capitalista y el orden impuesto a toda la sociedad es el orden
industrial, desde el Estado capitalista se tiende a facilitar con el
parlamento la justicia y las fuerzas represivas asegurar que esa
socialización que se va imponiendo por abajo no perturbe la dominación
de la clase burguesa para llenar sus arcas en negocios espurios basados
en la explotación y opresión de las mayorías.
En los últimos años la unidad objetiva
que se necesita para producir y todo lo que de ello depende comienza a
expresarse con la necesidad de unirse políticamente gracias a la
incesante lucha que se da en todos los rincones del país. Estos procesos
que dan como resultado nuevas y nuevas camadas de luchadores bien
pegados a las bases sienten la necesidad de romper los cercos que el
poder impuso en muchas décadas, se comienza a sentir la necesidad de
unirse…pero en ese camino que se intenta y con razones suficientes, aún
prima la desconfianza en un eslabón fundamental para unir fuerzas. Por
abajo, bien por abajo es decir en el lugar concreto de la lucha la
unidad es palpable, no se podrían dar luchas como las que se están dando
sin ese avance. Pero cuando se trata de unirse en otro escalón, aquel
que está fuera de “mi” terreno todo es más dificultoso. La burguesía
alentó esa desconfianza por décadas y eso es lo que hay que quebrar.
Para lograrlo y desde la disposición de lucha que hay en el pueblo el
papel de esos nuevos luchadores es impulsar la unidad con objetivos
claros de reivindicaciones políticas y económicas, proceso que tienen
que impulsarse desde lo más profundo del pueblo hacia instancias que
unifiquen el esfuerzo unitario.
Es una unidad que se da desde la vida
concreta y objetiva apedreada por la burguesía para dividirnos en
cuestiones secundarias y evitar la necesaria aparición de una
alternativa política que de respuesta desde la plena movilización a los
grandes problemas de nuestra sociedad.
Desde este pequeño aporte
hacemos un constante llamado a esas decenas de miles de
revolucionarios, de luchadores populares, a las verdaderas expresiones
del pueblo a encontrarnos en los caminos del enfrentamiento al sistema.
No se trata de uniones y de aspiraciones electoralistas, de ganar uno o
dos diputados para servir de contención a la lucha, se trata de seguir
vertebrando la unidad política revolucionaria desde las entrañas de
nuestro pueblo movilizado y sediento de una vida digna.
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