Cuando salimos a comprar los productos básicos y cotidianos para
comer, vemos en las góndolas unas pocas marcas que abarcan un
porcentaje elevado de la producción y de llegada a cada hogar. Si
hablamos de aceites, pan, leche, carnes, frutas, verduras etc., las grandes marcas son poseedoras de un 80% de presencia en cada mesa.
Con el correr de las décadas esa concentración no se detuvo con ningún
gobierno de turno, por el contrario, cada uno de ellos trabajó y trabaja
para adecuar el Estado a esos caprichos del sistema capitalista.
El
proceso de concentración económica y de centralización de capitales no
es producto de la voluntad de hombres o grupos, es un proceso inherente
al sistema capitalista, la competencia por ganar el mercado es uno de
los aspectos más notables de este proceso. Lo que sí es voluntad de los hombres y grupos es el sostener el sistema capitalista, el causante de esa feroz concentración económica.
Hasta un niño de edad escolar escucha de la palabra de la presidente que la “culpa es de los monopolios”, eso es muy cierto, aprobamos esa definición, pero…si el tema es tan claro ¿Por qué no se ataca la causa de por ejemplo los aumentos de precios? ¿Por qué no se enfrenta al monopolio?
Si entre La Serenísima y Sancor por ejemplo, producen y comercializan el 80% de
lácteos y los mismos aumentaron en pocos días porcentajes inauditos
para el sentido común de todo el pueblo, ¿por qué no se atacó de lleno y
con todo el peso del Estado a esos monopolios? Sra. Presidente usted,
el gobierno que preside y el Estado que los ampara están llamados a
sostener el sistema capitalista que protege en todas las circunstancias
las políticas criminales de los monopolios. Sus
discursos hipócritas en “contra del monopolio” no hacen más que irritar
el sentimiento popular y eso se lo “agradecemos” de sobre manera.
Usted
y su oposición dentro del sistema tuvieron que hablar del Monopolio a
millones, ustedes están sintiendo el aliento en la nuca y sienten que su
pertenencia a esa minoría bien concentrada, que sigue nadando en la
abundancia de negocios, está siendo cuestionada como nunca antes en nuestra historia, hoy cualquier hijo de vecino entiende, porque lo vive, de cómo estos gobiernos facilitan las políticas más concentradas comenzando a identificar al gobierno, al Estado y a los monopolios como armas letales de dominación contra el pueblo.
Así
como el sistema capitalista tiene voluntades para sostenerse en el
tiempo, tiene Estado, tiene partidos políticos, también las grandes
mayorías sufrientes del sistema comenzamos a tener voluntad de cambio de
sistema, voluntad de lucha ya no sólo por conquistas económicas dentro
del propio sistema vigente, sino aparece con mucha intensidad la
necesidad de cambio revolucionario de sistema que imponga el respeto y
la dignidad como bandera antagónica al negocio y el mercado que aplasta
el futuro de la sociedad.
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