Como todos los años en enero, se reunió el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Como es sabido, este Foro reúne a la flor y nata
de la oligarquía financiera mundial para evaluar la marcha del
capitalismo y los problemas que éste tiene por delante. Precisamente,
este año la reunión de Davos se concentró en un informe que se denominó “Riesgos globales 2014”. De los 31 riesgos destacados allí, la desigualdad social y la “consiguiente agitación social”
ha sido la principal preocupación de los popes del sistema; por
supuesto, no para solucionar nada sino para reafirmar cuáles son alguna
de las consecuencias de la crisis estructural capitalista.
Una semana antes del comienzo del
cónclave la organización internacional Oxfam dio a conocer un informe,
llamado “Trabajando para pocos”, que señala que las 85 personas más ricas del mundo reúnen el dinero de 3.500 millones de habitantes del planeta.
Sirva este dato nada más que para tomar
magnitud del proceso de concentración económica y centralización de
capitales al que se ha llegado, el cual no tiene vuelta atrás sino que,
por el contrario, seguirá su curso como una ley inexorable del modo de
producción capitalista.
Tiene su fundamento entonces la
preocupación expresada en el informe de Davos. La advertencia política
expresada en el mismo da cuenta de una burguesía mundial empantanada en su propio lodo;
la crisis no tiene vuelta atrás porque la clase dominante debe seguir
concentrando y empobreciendo a las masas en el planeta para continuar
existiendo, al tiempo que esa es la causa principal de una crisis
política irresoluble. El carácter político y económico estructural de la
crisis corroe las bases mismas del sistema dado que miles de millones
de personas en el mundo salen a las calles y reafirman su desconfianza hacia los de arriba y su confianza en la fuerza de los de abajo.
Como lo afirmamos en la nota de ayer, la
solución política no es otra que luchar por derrotar el régimen de
explotación capitalista, aquí y en el mundo, lo que implica ser
intransigentes ante las maniobras de la burguesía que intentan afirmar
que la crisis capitalista se puede resolver con más capitalismo.
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