Como
era de esperar, la burguesía desató una gran parafernalia mediática de
spot publicitarios electorales, con un sinnúmero de candidatos que, de
izquierda a derecha, van por un objetivo en común: recuperar las
desprestigiadas instituciones del Estado capitalista en la Argentina.
Mientras
que en nuestro país, la clase obrera y el pueblo profundizan cada vez
más la lucha de manera autoconvocada ejerciendo la democracia directa,
la burguesía intenta, por los cuatro costados, crear expectativas en el
parlamentarismo como salida a la enorme e irremediable crisis política y
económica que padecemos los argentinos.
Y
como ya es de público conocimiento, todo vale en los discursos en época
electoral. La mentira, el engaño, las promesas, la caradurez, la falta
de escrúpulos y cualquier tipo de artimaña política con el objetivo de
sumar votos para “la causa”. Discursos empapados de una gran falsedad al
mejor estilo de nuestra señora presidente, donde en ese arte es una
gran especialista y permanentemente nos suele deleitar con sus lágrimas
de cocodrilo y su capacidad de emocionarse repentinamente. Así como lo
hizo frente al recitado de un niño kolla en un acto en Tecnópolis, donde
demostró su capacidad de emocionarse repentinamente al mismo tiempo que
ignoraba completamente los reclamos de todas las comunidades indígenas y
las permanentes persecuciones y aberrantes asesinatos a integrantes de
la comunidad Qom por dar solo un ejemplo.
Hartos
del cinismo electoral y con un alto grado de descreimiento hacia todas
las instituciones del Estado, la clase obrera y el pueblo de nuestro
país llevan adelante, todos los días, permanentes luchas por sus
conquistas y contra el atropello de las políticas del gobierno de los
monopolios. Sin depender o esperar que las instituciones del Estado como
ser el parlamento, la burocracia sindical, las fuerzas de seguridad,
etc., vengan a resolverle los problemas; día a día se multiplican los
conflictos en las fábricas, en los barrios, por mejor educación, por la
defensa del medio ambiente y por todas las razones de injusticia y desigualdades que provoca el sistema capitalista.
Frente
a esta situación la burguesía, tanto el oficialismo como la oposición,
se disfraza con la máscara de la democracia parlamentaria. Todo un plan
montado con el único objetivo de ocultar las diferencias e
intereses antagónicos entre las clases, y queriendo imponer la idea de
que la solución está en la elección de los candidatos que mejor tengan
la capacidad de administrar el Estado capitalista y los negocios de la
oligarquía financiera en nuestro país.
Pero
como venimos sosteniendo, que todos los planes de la burguesía se ven
condicionados por la creciente lucha de las masas, hoy más que nunca es
imprescindible seguir empujando hacia la unidad política de la clase
obrera y el pueblo, para la constitución de una verdadera oposición
revolucionaria independiente de todas las instituciones del Estado, que
ponga en el escenario principal de la lucha de clases el cuestionamiento
al poder de los monopolios y una salida política revolucionaria en
manos de la clase obrera y el pueblo, para que seamos nosotros mismo
quienes tomemos en nuestras manos el destino de nuestro futuro y la
administración de las riquezas naturales de nuestra patria y todo los
producido por nuestro propio esfuerzo, exclusivamente en función de
nuestros propios intereses y no de los negocios de la oligarquía
financiera.
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