En ocasión de inaugurar la planta desgasificadora de Siderar perteneciente al grupo Techint – Ternium, en la localidad de Ramallo, la presidenta Cristina Kirchner dijo que “este gobierno es el que más subsidios ha dado a las empresas”. Trascartón mencionó las áreas de energía y transporte como las más beneficiadas.
Sin sonrojarse, la presidenta del Estado de los monopolios y miembro activo de la oligarquía financiera internacional explicó cómo los patos les tiran a las escopetas.
Dijo que la “macroeconomía funciona como un reloj y que el Estado está para regular el equilibrio de todos los intereses” (léase: el de los monopolios, el de los trabajadores, el del pueblo...)
Veamos el equilibrio del que nos habla la presidenta: Los subsidios a las empresas transnacionales como Techint – Ternium salen de la recaudación de impuestos que pagan las grandes masas de trabajadores y pueblo en general. Ese dinero se les regala a los monopolios para que instalen negocios varios, según nos dicen “para dar trabajo a obreros y empleados”, pero resulta que de los salarios se descuentan dineros para “ayudar” a esos monopolios y, además, con cada una de las compras de comida, pago de alquiler de viviendas, servicios, ropa, transporte, y todo consumo de diversas mercaderías que nos venden otras empresas, pagamos impuestos (21% de IVA) que van también para las empresas monopolistas.
El 82% móvil para los jubilados fue vetado por Cristina Fernández de Kirchner, también para “ayudar” a los monopolios.
Mientras tanto, se mantiene el impuesto a los salarios al que fueron incorporados 300.000 trabajadores más.
Está más que claro que los intereses de los monopolios defendidos por el Estado y su gobierno de turno, son totalmente contrapuestos a los intereses de los trabajadores y el pueblo y, en consecuencia, no pueden consensuarse jamás.
Los trabajadores suizos que fabricaron el reloj Rolex de 50.000 dólares que la presidenta luce en su muñeca, seguramente experimentarán el mismo sentimiento de odio que los trabajadores de nuestro país cuando llegue a sus oídos que el mecanismo con el que funciona el reloj de la economía capitalista, beneficia al pueblo.
¡Un perfecto “equilibrio” capitalista en la boca de una “equilibrada” oligarca!
¡Esa es la relojería de la que nos habla la presidenta!
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