¡El
primero de mayo es un día de lucha!, gritan obreros en todo el mundo. Y
al igual que en los otros países, en la Argentina también seguimos por
ese camino. Justamente en un marco histórico muy particular, donde la
clase obrera Argentina, luego de tantas victorias y derrotas a lo largo
de nuestra existencia como clase, hoy en nuestro país, volvemos a
caminar en forma ascendente a partir de las conquistas que día a día
vamos acumulando al calor de la lucha.
Desde conquistas salariales, pasando por
la incorporación de puestos de trabajo, mejores condiciones laborales,
por reincorporaciones de compañeros despedidos y poniéndole freno al “si
no te gusta te vas”; hasta las mil variadas reivindicaciones propias de
cada lugar. Y fundamentalmente una gran conquista en común que es la de
llevar adelante la construcción de organizaciones propias de los
trabajadores desde las expresiones más incipientes hasta las más
desarrolladas y con diferentes formas, pero que en esencia tienen un
objetivo en común que es decirle ¡basta a la explotación!
Debemos avanzar en la unidad de clase.
Si bien es cierto que el término unidad como consigna es muy sentido,
todavía no hemos podido profundizar dicha unidad como clase. Es en este
aspecto, donde debemos precisar en donde están los fundamentos de
nuestra unidad.
Desde ya, que los tiempos han cambiado
respecto de la historia oficial. La llamada oligarquía financiera,
sector dominante en el capitalismo, formada por la fusión trasnacional
del capital industrial y bancario, han cooptado los Estados del mundo
como también el argentino para sus beneficios y han alineado a todo tipo
de empresas pequeñas, medianas y de burguesías locales bajo el poderío
de su dominación. Basta el ejemplo de la mentirosa
nacionalización/estatización de YPF y del funesto negociado que hay
detrás de los discursos y palabras altisonantes. Esta verdad se
traduce en que los mismos empresarios que a través de sus representantes
en los gobiernos y sus administraciones de funcionarios políticos en
cargos fundamentales del Estado, son quienes articulan las políticas
económicas y sociales para cada país. Por eso cuando se trata de
exprimir a la clase obrera se habla el mismo idioma en todos lados, lo
que significa desde ya que sus políticas de explotación, se apoyan en
las leyes de flexibilización, ajustes, inflación, reducción salarial y
demás arbitrariedades, que sufrimos a diario y que son las palancas con
las cuales se enriquecen con nuestro sudor y sangre, dejándonos a
cambio la miseria y un profundo odio a su clase.
La clase de empresarios monopolistas, no
sólo nos explota sino que también utiliza todas las herramientas del
Estado en su favor para aislarnos, para desunirnos, para atomizarnos.
Trabajadores metalúrgicos; mecánicos, automotrices; lecheros;
alimenticios; gráficos; petroleros; pesqueros; trabajadores de
servicios, de subterráneo, de ferrocarriles, de colectivos, plásticos,
mineros, portuarios, textiles, docentes, trabajadores del Estado,
trabajadores rurales, en fin todos los que producimos con nuestras
propias manos las riqueza de esta patria. Nos quieren dividir por
gremios de la mano de sindicalistas mafiosos representantes y alcahuetes
de los monopolios. También, nos llevan a los trabajadores al destierro
de la desocupación o la sub ocupación, en muchos casos con contratos
basura y trabajos en negro. Todas artimañas para profundizar la división
y achatar los salarios. Es por eso que hoy la unidad de la clase
obrera, toma semejante importancia.
Nuestra unidad, en este sistema
capitalista, tiene una base objetiva y material que existe
independientemente de la voluntad individual de cada uno, pues se basa
en que formamos parte de una misma clase que vivimos del trabajo
asalariado, que llevamos adelante la vida con esfuerzo acompañados de
nuestras familias, criando a nuestros hijos con valores comunes de
humanidad y solidaridad y generalmente un estilo de vida que nos
caracteriza como clase. Pero también nos une el hecho de ser la clase
que desarrolla las riquezas de nuestro país con nuestro trabajo. Somos
la única clase que tiene los fundamentos y el potencial necesario para
golpear en el corazón de los intereses económicos y políticos, cuando
nos organizamos y les paramos la producción para nuestras conquistas, a
las empresas monopolistas y empresas de menor calibre pero que en
definitiva responden a los mismos intereses.
Por eso queremos destacar que el tipo de
unidad al que estamos haciendo referencia como necesidad, no es la
unidad natural que nos une como clase, si no para avanzar en la unidad
política y organizativa de la clase obrera que es el paso necesario que
hay que dar, para unificar como un solo puño la acción y la lucha de los
obreros en todo el país. Desde el momento que en infinidad de fábricas y
centros de trabajo, como también en las escuelas, en los hospitales y
entidades públicas, hasta en los barrios, existe la organización de
base, existe también el embrión del nacimiento de un verdadero
movimiento obrero. Este embrión, todavía silencioso, producto de su
nivel de desarrollo, se está materializando y es la verdadera pesadilla
de la oligarquía financiera. Es nuestro gran tesoro, el cual pudimos
conquistar en estos años. Pero es aquí donde debemos ser honestos con
nosotros mismos y decir las cosas como son. El hecho de quedarnos
estancados en la lucha reivindicativa y económica empantana toda
iniciativa de este embrión revolucionario e indefectiblemente más tarde o
más temprano nos llevará a un camino errante. Sin un proyecto político
nacional y unitario de la clase obrera que contemple la lucha de las
demás capas de la población, que luchan contra el saqueo, la
contaminación y la destrucción del medio ambiente; contra los tarifazos y
aumento de los precios; por viviendas dignas y salud para todos; los
estudiantes que luchan por una mejor educación, en fin toda la
población, para golpear a la clase poseedora del Estado y los medios de
producción, el horizonte de nuestra acción se limitará a ser seguidores
de las reglas de juego de los empresarios y los gobiernos de turno.
En este sistema putrefacto, todo y
absolutamente todo, se mueve en función de la ganancia. En un país donde
nuestras propias manos producen alimentos para 400 millones de
personas, contradictoriamente, en la Argentina, con 40 millones de
habitantes, más del 50% de la población, no tiene acceso a la
alimentación básica, y siendo más injusto aún, cuando esa masa de
empobrecidos, son en su mayoría quienes producen esos alimentos o demás
riquezas. Nada importa la naturaleza y el ser humano si se trata de la
ganancia. La salud, la educación, la contaminación de la tierra, la mala
alimentación. El nivel de vida de los trabajadores decae en la medida
que aumentan las fabulosas ganancias de empresarios y banqueros.
También en función de la ganancia, los
trabajadores tenemos que convivir diariamente con las pésimas
condiciones de trabajo, con turnos rotativos que nos desorganizan la
vida, para que seamos exclusivos de sus negocios. Con extenuantes
jornadas de 12 hs, para abultar nuestro salario de fin de mes. En medio
de aceleradísimos ritmos de producción, y pésimas condiciones, que nos
exponen permanentemente a accidentes de trabajo, los que, en muchos
casos, son de gravedad y muchas veces han costado las vidas de nuestros
compañeros.
Desde que nacemos nos educan con la
concepción de que el poder de los adinerados burgueses es imposible
derrotar. Permanentemente nos machacan con el poderío de un inmenso
monstruo de 7 cabezas que nos condena a agachar la cabeza y resignarnos a
vivir como podemos o como nos toca. Pero ni las películas de Hollywood,
ni los planes de estudios en escuelas y universidades hablan del
maravilloso poderío que la clase obrera tiene, cuando se une y se
organiza con el resto de la población. No se menciona el hecho de cómo
los poderosos retroceden frente a las luchas obreras y populares
unificadas, no se mencionan las conquistas alcanzadas por estos grados
de unidad y las que pueden llegar a alcanzarse si se materializa un
proyecto revolucionario.
Y en este mismo sentido, los medios de
comunicación, también ocultan todo. Nada se habla de los golpes que esa
oligarquía financiera sufre todos los días con las innumerables
movilizaciones y las luchas, la cual les ha causado una profunda crisis
de gobernabilidad, donde no pueden avanzar con sus planes de explotación
porque permanentemente se chocan con paros, cortes de rutas,
movilizaciones. La avanzada de la clase obrera y el pueblo en el camino
de sus conquistas ha puesto al poder a la defensiva. Y esta situación se
nos presenta a nosotros como un marco favorable, ya que en la medida
que ellos retroceden, nosotros avanzamos.
Sobre esta base es que en este primero
de mayo estamos planteando la necesidad de construir un movimiento
obrero bajo la idea de un proyecto político nacional que apunte a una
sociedad diferente cuyo centro de gravedad sea el ser humano, cuyo
principal rol sea el trabajo creativo, cuya única necesidad sea el
progreso verdadero y no los padecimientos de hambre, salud y educación,
que nos da el capitalismo, una sociedad donde la riqueza creada por el
trabajo digno, garantice una vida digna. Pensamos que los encuentros de
unidad de trabajadores que se realizan en este día significan un paso de
gigante hacia este objetivo. Porque es en estos ámbitos donde se
empieza a visualizar que la lucha está desarrollándose en todos lados y
por ende la necesidad y nuestra obligación como clase de poner en el
escenario principal de la lucha política una salida de clase, una salida
revolucionaria.
COMPAÑEROS: A partir de este día,
tenemos que pensar que la lucha en cada una de las fábricas, en cada uno
de los centros industriales y de servicios, esa lucha por las
conquistas ya deja de ser unilateral. Si en tal o cual fábrica o empresa
se está peleando por el salario o mejores condiciones de trabajo, esa
lucha es de toda la clase obrera, de todos los trabajadores. Estos
encuentros, con motivo de festejar nuestro día, significan un paso más,
un paso fundamental hacia una nueva historia. En la unidad está la
fuerza, y en el proyecto están nuestros sueños y el de nuestras
familias.
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