Se mata con una bala de arma de fuego, u
obligando a realizar tareas peligrosas sin tomar las medidas que
evitarían el riesgo de vida de quien las ejecuta. También se mata en
cuotas deprimiendo y acortando la vida en forma abrupta mediante la
superexplotación.
El hecho mismo de sostener esta
organización social capitalista que obviamente está fundada en la
obtención de ganancias y no en la satisfacción de las necesidades y
aspiraciones de los seres humanos, constituye la clave de todas estas
formas de asesinato que ejecuta la burguesía decadente, corrompida y en
descomposición.
Ayer, murió en la ciudad de Rosario,
otro trabajador que realizaba tareas sin las medidas de seguridad que la
empresa debería haberle provisto.
El obrero contaba con 22 años de edad,
se llamaba Edgardo Pérez, y sus compañeros desesperadamente trataron de
sacarlo de la sepultura de una montaña de tierra que cayó sobre su
cuerpo al desmoronarse una barranca del Río Paraná. Además, la tarea se
llevaba a cabo luego de las recientes lluvias abundantes que cayeron
sobre la zona y que hacían previsible el desenlace.
Pero las urgencias de los negocios y el
recorte de costos no entienden de seguridades ni de vidas e integridad
humanas. Ésa es la ley del valor que rige las relaciones laborales en
esta sociedad.
En el período 2006 – 2007, se produjeron
680.871 accidentes laborales; y el total de fallecidos por la misma
causa, por año, asciende a la escalofriante cifra de 1.020 trabajadores,
es decir 3 trabajadores por día. De enero a agosto del 2012 fueron
541.144 los accidentes laborales con “tan sólo” 303 muertos y 2.478
heridos graves. Estas son las amañadas estadísticas que publica la
burguesía (ver nota de fecha 27-10-2013 en esta misma página).
Hace unos días atrás, un obrero de
Acindar, en Villa Constitución, murió por las mismas causas: la
reducción de costos, la inseguridad laboral y la superexplotación.
Allá, la empresa, el Estado y el
sindicato, reaccionaron de la misma manera que lo hacen hoy acá con esta
nueva muerte y con todas las muertes que se vienen acarreando en esta
lucha de clases, lloran cínicamente sobre los cadáveres o las
mutilaciones poniendo sus caras más falsas e hipócritas. Pero, luego se
sigue con la misma mecánica: la empresa no provee seguridad para los
trabajadores, el Estado hace la vista gorda o más bien tapa las
carencias y el sindicato no se da por enterado.
Las comisiones de seguridad mixtas
(formadas por el Estado, la empresa y el sindicato), obviamente no son
mixtas ya que en ellas sólo está representada la parte patronal aunque
algunos componentes tengan caretas sindicales. No sirven de nada y lo
único para lo que se utilizan es para intentar crear la ilusión de que
alguien controla las medidas de seguridad.
Así como la seguridad urbana depende del
propio pueblo y no puede quedar en manos de la policía o de las fuerzas
de seguridad que constituyen organizaciones delictivas contra la
población, le seguridad laboral depende de los propios trabajadores
organizados para enfrentar un aspecto más de la lucha de clases que cada
vez se vuelve más cruenta, dada la urgencia de los negocios
monopolistas que atentan contra la integridad del trabajador.
La seguridad laboral es un problema
político. No se resuelve desde lo gremial solamente, sino que requiere
de la unidad de los trabajadores por encima de los gremios, porque
debemos combatir una política común de las empresas y el Estado a su
servicio. Es necesario impulsar la lucha por la seguridad laboral en el
marco de la lucha por las condiciones de trabajo y mejores salarios
porque todos estos problemas obedecen al mismo recorte de costos que las
empresas hacen para abaratar la producción y ganar más. Esta es una
lucha de unidad desde las propias empresas hacia los parques
industriales o cordones fabriles y con el pueblo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario