De 0 a 100 km/h, en 10 segundos. Ésta es una de las características que se destacan promocionalmente para la venta de automóviles.
Si se hubiese promocionado la expropiación de YPF a
favor del capital financiero internacional, la promoción hubiera sido
similar.
Pues con la “nacionalización” de YPF, en un año y
medio se pasó de $ 0 a US$ 5.000 millones. Recordemos al respecto la
altisonante declamación de Kicillof al momento del traspaso de las
acciones de YPF a manos del Estado, mediante la cual dijo que no se le
pagaría un peso a Repsol.
Como ocurre con todos los negocios de los
monopolios, el Estado absorbe dinero del trabajo y esfuerzo de las
mayorías laboriosas y, a través de mecanismos legales, pero espurios,
como todas las decisiones gubernamentales, legislativas y judiciales de
los funcionarios del Estado, se los entrega a los dueños de esas
empresas monopolistas.
Con el Capitalismo Monopolista de Estado, o sea, un
Estado en manos de la oligarquía financiera, las privatizaciones o las
“nacionalizaciones” son todos negocios para el mismo sector de clase.
Claro que esos negocios, como todo el funcionamiento del sistema
capitalista, se hace con los dineros y esfuerzo del pueblo en beneficio
de esa porción más concentrada de la burguesía monopolista.
En definitiva, el Estado destinará la suma
millonaria descrita a pagarle a Repsol en concepto de “compensación” por
la expropiación de YPF. Pero, el beneficio de que se haya nacionalizado
esa petrolera, será usufructuado por Chevron y otras empresas con las
cuales el Estado argentino realiza acuerdos de explotación de los
hidrocarburos y gas natural, a cambio de chirolas que también destinará a
subsidios de monopolios y otros menesteres igualmente repudiables, tal
como lo viene haciendo independientemente de quién esté al frente del
gobierno.
Mientras el Estado esté al servicio de los
monopolios, toda privatización y toda nacionalización serán negocios
para la oligarquía financiera y una desgracia para el pueblo.
La única “decisión” que un Estado al servicio del
capital financiero puede tomar en favor del pueblo, es la que se ve
obligado a otorgar, o sea, la que se arranca por medio de la lucha y la
presión de la movilización popular.
Nuestro destino como pueblo, no es otro que
enfrentar esa situación, profundizar y generalizar las luchas por
nuestros intereses, a caballo de la gran crisis política que tiene el
poder de esa oligarquía financiera y sus personeros gubernamentales
quienes no pueden engañar al pueblo, hasta arrancar, de
manos de la oligarquía parasitaria, el Estado a su servicio, destruirlo
sin miramientos y, sobre sus ruinas, construir el Estado revolucionario
basado en la organización de todo el pueblo trabajador movilizado a
conquistar sus aspiraciones relegadas durante años.
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