En silencio y sin el pomposo circo mediático de las cadenas nacionales con que se anunciaron las “grandes inversiones”, el jueves pasado en reunión a puertas cerradas de CFK y los directivos de PAE, además de un aumento del precio que se cobrará por el gas que produce la empresa, se llevaron en sus manos un regalito de reyes. Un nuevo esquema de retenciones que beneficia a las petroleras en general y la suya en particular.
Pan American Energy es dominada por British Petroleum (BP) y es la principal exportadora de petróleo del país. Su principal lobbysta a nivel internacional es el primer ministro británico David Cameron, paradógicamente, el “villano archienemigo” en el patético mundo de ficción de Cristina Kirchner en la “Causa Malvinas”. El
nuevo sistema “otorgado” cambia el régimen de retenciones: antes, el
Gobierno le aplicaba una retención al petróleo cuando superaba los US$
60,90. Ahora, lo hará cuando pase los US$ 80.
Más allá de las cuestiones técnicas del
nuevo sistema, lo concreto es que esto les permitirá hoy pasar de US$
30 por cada barril de crudo que exportaba (incluidas las regalías) a
recibir más del doble: US$ 70 (más allá de contrabando, que lo hay y a
gran escala). Es decir, más del 100% de ganancias para unos de los sostenedores del “gobierno nacional y popular”.
El escenario político de las
negociaciones del último mes para concretar este acuerdo tuvo un nuevo y
sobreactuado actor: el flamante secretario general del sindicato
petrolero de Chubut, Jorge Ávila que, actuando como lo que es, un gerente de las petroleras.
Montándose sobre la histórica combatividad y la actual disponibilidad a
la lucha por salarios y derechos de los trabajadores petroleros,
apareció abiertamente demando la intervención del gobierno para cerrar el acuerdo con PAE, bajo la amenaza de paralizar toda la actividad de la cuenca.
La excusa: “de los 20 mil puestos de
trabajo que hay en la cuenca del Golfo San Jorge, 11 mil dependen de
PAE y si no hay una resolución a nivel nacional en breve, si no hay una
respuesta al pedido de este sindicato y del Sindicato de Jerárquicos,
nos haremos cargo del problema y no habrá petrolero para nadie”.
Como si los trabajadores, de todo este enjuague, recibieran algo más que un salario que sólo permite sobrevivir, frente a las multimillonarias ganancias de las petroleras y sus amigos políticos.
Pero como venimos diciendo, la lucha
viene “de toma y daca”. Una ellos, una los trabajadores y el pueblo en
escalera ascendente. Y el brindis con “champú” y su alegría por los
grandes negocios se desvanecerán los próximos meses, frente a la
embestida de los trabajadores y el pueblo en lucha por sus intereses. Y
no hay “traidor” ni “Maquiavelo” que nos pueda frenar.
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