Mientras
la disposición a la lucha de nuestro pueblo continúa en un febril
ascenso aparecen con más claridad los problemas a resolver en lo
inmediato por parte de los revolucionarios.
El surgimiento de una alternativa política revolucionaria de masas aún no está a la altura de
los acontecimientos que se suceden a diario. Los enfrentamientos dados
se encuentran mayormente aislados, no tienen un norte claro hacia dónde
ir y ya no es suficiente la incapacidad de la clase dominante para
gobernar sino comienza a pesar en los hechos la posibilidad concreta de
un cambio revolucionario.
Sin
embargo en los últimos tiempos ha habido avances notables en la calidad
del proceso de la lucha de clases. Por un lado la burguesía expresa
abiertamente el caos estructural del sistema capitalista a los ojos de
las grandes mayorías y no hay nada en el horizonte que pueda resolver
tamaña dificultad para la dominación como quisieran ellos hacer.
Del lado de la revolución tenemos que incorporar la
aparición en escena de la clase obrera industrial introduciendo
metodologías revolucionarias en el enfrentamiento con la burguesía. Ha
habido paros, huelgas y tomas de fábricas como hoy mismo en las
petroleras del sur del país, imperceptibles al desprevenido lector ya
que se ocultan estas realidades a más no poder. En esas
metodologías se lo aferra al enemigo de clase al terreno que no quiere y
en el que se encuentra más débil, es decir la fábrica, el lugar donde
se producen las riquezas, los parques industriales en donde la unidad de
clase es más concreta y visible y apoyada en la disciplina que le da el
hecho de estar organizada para producir ha golpeado y por lo general
conquistado lo exigido. Los barrios cercanos a las empresas comienzan a
ser parte de la táctica para enfrentar a la burguesía en los reclamos
propios por luz, agua, vivienda etc.
Es de destacar que
en muchas de estas expresiones funcionan asambleas obreras como forma
de poder local frente a la presión sostenida del sindicato apéndice de
la empresa. Estamos hablando de esta irrupción y lo hacemos desde la
importancia que adquiere, aunque embrionario, este condimento de la
lucha de clases.
¿Qué es lo que lo diferencia de luchas extraordinarias anteriores de la clase obrera?
La
presencia de las ideas revolucionarias que aunque aún en dosis muy
insuficientes se han clavado como una daga en la garganta del poder.
Otro
ingrediente fundamental de los últimos tiempos es la disposición cada
vez más amplia a la lucha de otros sectores de la sociedad. Se ha
incrementado la lucha callejera con diversidad de formas y metodologías.
Son innumerables las experiencias que apuntan a la resolución de los problemas del pueblo por el propio pueblo.
Hay
que destacar otra cuestión que apunta a resolver lo planteado
inicialmente como debilidad. Nos encontramos en un momento que hay una
fuerte disposición a la unidad de muchos destacamentos revolucionarios
para pegar con un solo puño, hay un estado permanente de deliberación
pero nos vamos encontrando y, además, hay ganas de hacerlo.
En
estos marcos muy ampliamente definidos entendemos que se hace
imprescindible avanzar masivamente con las ideas de la revolución, que
tenemos que romper una barrera que impuso el sistema para dar por muerta
esa salida como vía de dignificar a la sociedad humana. Las luchas por
conquistas económicas y políticas necesariamente hay que emparentarlas
por la lucha por el poder entendiendo que este problema, hoy por hoy, de
resolverlo, tensionará todas las fuerzas en lucha haciéndola subir a un
peldaño superior en el enfrentamiento de clases.
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