“Lamentamos informarle que en este momento las líneas están saturadas”, es el
mensaje grabado que las compañías proveedoras de energía han “elegido”
para “informarnos” lo que ya sabemos: vuelven los cortes de luz (y por
ende de agua), y los miles de tormentos que esto nos genera, y la
conclusión es siempre la misma: nadie se hace cargo.
Ni
las empresas que monopolizan la prestación, ni el gobierno que las
representa. Si hasta el propio Jorge Capitanich (“iluminado” vocero
gubernamental) no pudo ni sostener por 24 horas sus dichos y hoy
retrocedió, teniendo que aceptar que cometió un “error” cuando ayer
habló de “cortes programados”.
La que está saturada es la gente, saturada de escuchar siempre el mismo verso de que los cortes se deben al exceso de consumo de los aires acondicionados y ventiladores, saturada de que estos impresentables tengan el tupé de echarnos la culpa a nosotros…
Y
aparece De Vido, para sumarse al coro de mentiras, argumentando que los
cortes actuales se deben a que estamos bien, que todo esto quiere decir
que el país está creciendo… ¡¡¡que no hay luz porque hay más consumo!!!, agregando una nueva falacia a la desvencijada historia de las falacias del gobierno de los monopolios.
Una cosa es clara: si la energía se corta por “exceso de consumo” esto quiere decir que la capacidad de generación energética es “escasa”. Vale preguntarse: ¿escasa para quién?
La
oligarquía financiera con el Estado y el gobierno a su servicio ha ido
modificando, en beneficio propio, la generación eléctrica. Por un lado,
limitan el consumo popular, por otro, aumentan las tarifas, y como
frutilla del postre importan y exportan energía por todo el continente;
es decir, se apropian de los recursos ya creados, usufructuados en
función de sus intereses de clase. Pero esas limitaciones al consumo,
el exceso de precios, y la importación de energía tienen como único destino sostener la producción y reproducción del capital,
en consonancia con el sistema de explotación capitalista. Jamás serán
aplicados a las necesidades sociales por voluntad propia, salvo que la
lucha de clases determine lo contrario.
La energía eléctrica se distribuye según sus conveniencias económicas y políticas.
Hace
más de treinta años que la capacidad de generación eléctrica en nuestro
país ronda los 29.000 MGW. Esta cifra, escasa frente a las necesidades
sociales, se adecua a la distribución que la oligarquía predispone, a
caballo de la demanda de los niveles de producción que exige el capital,
que absorbe la energía a costa de las necesidades sociales.
Frente a los 6 (seis) días que ya llevamos sin luz, la respuesta del pueblo afectado es una sola. Ante la falta de servicio -y de respuestas- lo único que nos queda es zamparles en la cara toda nuestra bronca e indignación. Los
reclamos se siguen multiplicando: en la Capital Federal, hay cortes de
calle en los barrios de Villa Ortúzar, Flores, Caballito, Villa Devoto,
Monte Castro, Almagro, Palermo, Belgrano y Núñez, entre otros. En el
conurbano, también hay muchos vecinos afectados, que salieron a la calle
a manifestar su hastío y “saturación” por los cortes de luz en: San
Isidro, Vicente López, Tigre, Morón, Haedo, Avellaneda, Temperley,
Lanús, Quilmes y Valentín Alsina, entre otros. Ocurre lo mismo en casi
todas las provincias del país, aunque los diarios y medios masivos no se
hagan eco de ello.
Los medios de comunicación nos recomiendan “moderar el consumo”, dejando claramente al descubierto que la energía es de clase y que está en función del capital. Para que sigan produciendo las grandes empresas todo, para los trabajadores y el pueblo, cada vez menos.
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