El “señor” Grobocopatel, el “rey” de la soja resume
en un párrafo la brutalidad del sistema capitalista. Este personaje
“progresista” que toca la guitarra en un conjunto folclórico Casarense y
se pavonea por las calles de su ciudad natal, expresa con mucha
sencillez la fórmula mágica para obtener ganancias a costa del hambre de
miles de millones de seres humanos que habitan nuestro planeta. Entre
canción y canción nos dice:
…Sin
embargo, lo que está por venir podría tener un efecto transformador
para el país. En el siglo de la genética los vegetales deberían ser
visualizados como biorreactores que producen diversos productos
industriales. Me refiero no sólo a alimentos. Por ejemplo, de una
hectárea de algas se puede producir 30 veces más proteínas que en una de
soja; de un millón de hectáreas de eucaliptos podríamos
autoabastecernos de etanol; de la biorremediación de aguas servidas o de
la glicerina podríamos producir bioplásticos degradables y solucionar
el tema de la basura. Esto no es el futuro, es el presente: ya hay
muchas empresas lanzando estos productos en los próximos 5 años. Estamos
como internet en 1950, la bioeconomía es el nombre de una nueva
revolución industrial verde y esta región podría ser su epicentro. Por: Gustavo Grobocopatel Presidente del Grupo Los Grobo (Especial para Ámbito Financiero)
Sus
mágicas fórmulas, “señor Grobocopatel” son una respuesta “progresista”
en un sistema que hace agua humanitaria por los cuatro costados, usted
quiere encontrar en los negocios contra la humanidad la solución al
sistema.
En
cambio nosotros pensamos otras cosas antagónicas con usted, pensamos
que los negocios que usted nos plantea son la felicidad para pocos y la
explotación y opresión para las mayorías. No sin antes seguir
destruyendo la naturaleza que nos rodea y llevar al ser humano a una
enemistad con ella, siendo parte de ella, por los siglos de los siglos.
Usted parte de premisas del desenfrenado consumismo, eso es el capitalismo,
la rotación inmediata de un producto. Una mercancía que queda en una
góndola de un supermercado por más de un tiempo estipulado no es negocio
para el capitalista. Usted lo sabe y entonces nos propone, para hacer
sus negocios vertiginosos como el capitalismo lo exige, utilizar la
naturaleza que usted por lo visto conoce muy bien, para producir
mercancías industriales.
Si
usted es tan “progre” señor capitalista renuncie a sus intereses de
clase, póngase la boina del Che, tome su fusil y reflexione las
barbaridades que está diciendo. Lógicamente que usted no se va a poner
la boina ni va a tomar su fusil porque el interés de una nueva sociedad
radica en el bienestar de la humanidad, muy lejos de los negocios que
usted nos propone.
Nosotros
estamos en las antípodas de sus propuestas “viables”, porque antes de
proponernos “plantar eucaliptos” para obtener etanol, o la
biorremediación o bioplásticos o la bioeconomía, como respuestas al
capitalismo utilizaríamos estos conocimientos para el desarrollo de la
sociedad, ustedes preocupados por los parches que afectan al ser humano
que ustedes mismos provocan y la revolución social apoderándose del
conocimiento para el desarrollo.
Nos
preguntaríamos si una revolución socialista que atacará las bases del
sistema capitalista y por ende el consumismo, necesitaría de un millón
de hectáreas para ese fin. No obstante, le adelantamos que de ninguna
manera el consumo se lo puede comparar al consumismo. Un millón de
hectáreas para ese fin implica, “señor” Grobocopatel, hacer lo que hoy
ya se está haciendo con temas tan ríspidos en lo social como la siembra
de soja de la que usted es “nuestro rey”.
La
aplicación de la ciencia y la técnica en el sistema capitalista está
aprisionada, encorsetada tras firmes rejas para el desarrollo del
hombre. Usted con rimbombantes palabras no sólo muestra una alta
preparación “cultural y científica”, manifiesta también el atraso a que
nos lleva su sistema capitalista. La revolución socialista que nos
proponemos es la aplicación de la ciencia y de la técnica al desarrollo
de la sociedad humana y su íntima relación con la naturaleza. Para ello
una revolución necesita abrir las puertas del conocimiento, la
investigación para producir productos de alta calidad para toda la
población, se necesita intensificar el cuidado de las materias primas
que volverán en alimentos a esa altura de las necesidades, entonces sí
aplicaremos todo el conocimiento científico de la humanidad, que no le
pertenece al sistema capitalista ni a empresarios que como usted siguen
lucrando con el castigo al hombre y a la naturaleza. Pero además, lo más
importante, es que ese consumo será el que empuje a vertebrar una
ciencia y una técnica al nivel de las necesidades del desarrollo de las
fuerzas productivas totalmente frenadas en el actual sistema. Desde ya
que partiríamos de lo que tenemos en una revolución, pero le
garantizamos que es muy pobre lo que el capitalismo hace porque pobre es
un sistema basado en el negocio y la explotación y opresión de
millones.
Y otra cosita…para reflexionar sobre su propio párrafo y sobre todo su artículo que no tiene desperdicio.
Detrás
de sus propuestas de un capitalismo “bueno” y de oportunidad se esconde
la verdadera cara del “progreso” que usted alienta, en el artículo
habla del derrame de beneficios que se le “otorgó” a los pueblos con los
subsidios y que ello posibilitó un ingreso al consumismo de sociedades
enteras. Si bien deberíamos desarrollar este punto en otro artículo,
podríamos adelantarle “señor progreso” que usted es uno de los
beneficiados de ese “derrame” es muy cierto, pero habría que
preguntarles a los explotados y oprimidos, a quienes usted hace
referencia, si la era del progreso les llegó trabajando como esclavos,
en condiciones infrahumanas, viajando como ganado, con ausencias de
agua, electricidad vivienda, salud, educación, etc.
Millones
de seres humanos alimentados con bolsones miserables que ustedes les
venden al Estado, que además es de ustedes, para “paliar el hambre”. No
señor Grobocopatel, nosotros pensamos que una revolución socialista
tiene que construir un Estado revolucionario de otro tipo, cuyo poder
esté en manos de la clase obrera y de todo el pueblo para aplicar
definitivamente políticas de alimentos, como el caso que nos ocupa, que
dignifiquen al ser humano.
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