El paro campesino en Colombia ya supera los quince días; en México, y pese a la represión desatada la semana pasada, la protesta contra la reforma educativa toma nuevos bríos; en Polonia, cientos de miles de personas marcharon contra las políticas antipopulares del partido gobernante; en Rumania, otras tantas decenas de miles se manifestaron en contra de la explotación de la mina de oro más grande de Europa; en Grecia, las huelgas recrudecen contra las políticas de la “Troika” que sigue exigiendo ajuste sobre ajuste; en Francia, manifestaciones en más de 180 ciudades se realizaron en contra del plan de recortes a las pensiones impulsado por el gobierno.
Este recuento está limitado a los últimos diez días; es solamente un muestreo de la efervescencia que sigue agitando al capitalismo a nivel mundial y de la que poco se habla cuando se hace referencia a la crisis del sistema.
En efecto, las usinas burguesas, cuando
relatan la crisis capitalista, la limitan al aspecto meramente
económico; por lo tanto, los indicadores de la economía serían los
únicos que determinan la profundidad o no de la misma. Mientras tanto las manifestaciones de masas callejeras
parecen no ser tenidas en cuenta pero, a la hora del rumbo que toman
los acontecimientos, juegan un papel preponderante que la burguesía
(aunque no lo reconozca) toma muy en cuenta.
Que los pueblos estén en la calle condicionan y determinan los idas y vueltas de las políticas imperialistas en todos los planos;
como decíamos, esto lo sabe muy bien la oligarquía financiera, pero más
debemos saberlo los revolucionarios para saber caracterizar
correctamente la etapa de lucha de clases que estamos atravesando.
La burguesía enseña desde siempre a ver
las cosas quietas, estáticas y “por arriba”. Los revolucionarios, por el
contrario, sabemos que “lo de abajo” condiciona “lo de arriba” más allá
de la voluntad o el deseo de los individuos; y que una etapa tan rica
en rebeliones y alzamientos de masas alrededor del mundo configura un
panorama más que alentador para las políticas que se proponen derrotar al sistema. La revolución social es la etapa que atravesamos como Humanidad.
Esto no es titular de ningún diario ni noticiero pero es lo que está
madurando en lo profundo de la vida social; mucho más aun cuando las
fuerzas revolucionarias actuamos para dotar al movimiento de políticas
para cumplir con aquel objetivo.
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