lunes, 23 de abril de 2012

La tragedia de Once… La tragedia de todos los días

Han pasado dos meses de la tragedia de Once, y hoy los familiares expresaron su protesta movilizándose y colocando crespones negros en señal de dolor y bronca. Y es oportuno acompañar esa expresión de dolor contestándole a este sistema putrefacto, las expresiones formales, vacías, como para zafar, dando “explicaciones técnicas, precisas y exactas” de las causas.
Los “peritos” llegan a la conclusión que el tren impactó a una velocidad de 26 km., y que había quedado a la deriva 350 metros antes.
¡Error, señores! ¡Grosso error! El tren Sarmiento que impactó y terminó en una continuidad de la tragedia que padecemos millones de argentinos, se quedó sin frenos y a la deriva 100 millones de kilómetros antes, porque las fabulosas riquezas que genera el pueblo argentino no las disfruta el pueblo argentino; las disfruta una ínfima parte, y en este sistema el principal negocio es hacer riquezas a costa de la pobreza, es decir, fabricar pobres, que habiten lugares pobres, que transiten largas distancias para trabajar, con transportes lamentables, acondicionados para grandes tragedias, que tengan la capacidad de matar pobres.
El único intento serio que hubo de invertir algo en el tren Sarmiento para que mejore el servicio, sin ninguna duda fue la revuelta de Haedo, donde el pueblo enardecido prendió fuego unos cuantos vagones, y los mismos tipos que con grandes titulares “explican” las pericias técnicas, salieron desaforados y horrorizados a acusar de vándalos a los mismos trabajadores que luego morirían en el choque de Once.
¡Ésta es la tragedia, señores! Según el peritaje, el sentir y la opinión de millones de argentinos. Esta es la cruda realidad de todos los días, que ayer se expresó así y hoy se expresa en el aumento en un 127% a los subterráneos, por ejemplo (en lista de espera para la tragedia), y miles de calamidades. Total ellos hablan de cifras, y crecimientos y millones de dólares. Mientras tanto, la yerba secándose al sol y comiéndonos hasta el piolín. Y nos muestran la tragedia con la infame preocupación de un gran comediante que ya no conmueve a nadie.

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