Bajo los “cuentitos” “nacional y popular”, de “El desarrollo con inclusión”, la “reindustrialización” y “empleo y soberanía real” del actual gobierno, el pasado año se lanzó el Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario.
El programa es financiado por el ANSES, es decir es “manoteado” del dinero que mensualmente aportamos todos los trabajadores para las miserables e indignas jubilaciones y pensiones, y el pago de los cada día más reducidos (en montos y extensión) salarios familiares. En pocas palabras, lo financiamos los trabajadores.
La realidad escondida detrás de las mentiras demagógicas es que va dirigido a resolver la financiación de las necesidades inmediatas de los grandes monopolios y, por supuesto, algunos "negocitos" personales de políticos.
La realidad escondida detrás de las mentiras demagógicas es que va dirigido a resolver la financiación de las necesidades inmediatas de los grandes monopolios y, por supuesto, algunos "negocitos" personales de políticos.
Los créditos del Bicentenario ya superan los 11.000 millones de pesos a una tasa anual fija en pesos del 9,9%, tasa irrisoria si tomamos en cuenta que la inflación supera el 30%.
Los sectores monopólicos que están a la cabeza en montos recibidos por los créditos del Bicentenario son: Laboratorios ($ 1.042,8 millones), Automotriz ($ 1.015 millones), Siderurgia/Metalurgia ($ 967,1 millones), Comercio ($ 899,6 millones), Autopartes ($ 701,8 millones) y Carne Aviar ($ 425,9 millones).
Les siguen: Logística ($ 413,9 millones), Electrodomésticos-Electrónica ($ 389,6 millones), Neumáticos ($ 388 millones), Maquinaria Agrícola y Agropartes ($ 356 millones), Lácteos ($ 348 millones), Carne Porcina ($ 324,4 millones) y Textil ($ 315 millones).
También han recibido préstamos empresas de alimentos y bebidas ($ 308 millones), biocombustibles ($ 227,5 millones), plástico ($ 216,1 millones), hotelería ($ 203 millones) y servicios de salud ($ 200 millones). Otros sectores que se beneficiaron con este crédito son frigoríficos, transporte, petróleo y gas, productos químicos, aceites e industria gráfica.
A estos “regalos” hay que sumarles los beneficios impositivos nacionales y provinciales y las exenciones en las tazas municipales.
Cabe preguntarse: Si éstos no son el Estado y el gobierno de los monopolios… ¿qué son?
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