Por medio del natural mecanismo del sistema capitalista, la tasa de ganancia de la burguesía logra un promedio, dado lo cual existe un porcentaje de ganancia similar para toda la oligarquía financiera. Eso explica por qué los capitalistas que están en un sector productivo no se mueven de él aunque en las estadísticas aparezca como que tal o cual sector ganó más que tal o cual otro.
Debido a que la tasa de ganancia es un promedio, la diferencia entre burgueses sólo está dada en el tamaño del capital. No es lo mismo un 40 % de ganancia sobre $ 100.000 que el mismo porcentaje sobre mil millones.
Eso también explica por qué la tendencia es a que los grandes capitales acumulen siempre más o se centralicen comiéndose a los más pequeños.
Por su parte el costo de toda producción capitalista está dado por el salario, las materias primas, los medios de producción, los servicios de energía, etc. Las compras y ventas de mercancías entre los distintos fabricantes y entre mayoristas y minoristas, se efectúan diariamente como intercambio entre capitalistas para producir y para comercializar, por tal razón, en esas transacciones se produce, como dijimos, la tendencia a la igualación de la cuota de ganancia, o lo que es lo mismo, el reparto obligado de la plusvalía entre toda la clase burguesa. Con lo cual, el centro de los problemas de la burguesía cuando se trata de achicar costos, queda reducido a un solo tema: el salario de todos los trabajadores en su conjunto.
Por eso es que el problema salarial de la burguesía no es solamente el que paga en su propia empresa sino el que se paga, como masa salarial, a todos los trabajadores del país.
Es mentira entonces que tal o cual rama de la producción paga mejores salarios porque está en mejores condiciones que otra rama. Las diferencias salariales existentes al día de hoy responden más a que, normalmente, los sectores más altamente industrializados son los mejores pagados, porque son los que generan mayor plusvalía inmediata a los capitalistas aunque después estos se vean obligados a “compartirla” con otros burgueses, y a las tradiciones de lucha de sectores obreros y de trabajadores en general, que a otro tipo de causa.
La lucha que los trabajadores de una fábrica hacen para mejorar su salario es fundamental para obligar a su patrón a ceder y aumentar los mismos. De tal forma, cuando los obreros de una fábrica logran mejores salarios también están contribuyendo al aumento de la masa salarial nacional, por dos razones: una, porque se aumenta la masa salarial general y otra porque sirve de ejemplo para el resto de los trabajadores que se lanzan a conquistar lo que estos lograron.
Si la lucha se realiza en forma sectorial, es decir, por ejemplo, encarada desde todos los metalúrgicos, o gremio del que se trate, su efecto es más importante porque abarca a toda una rama de trabajadores que se ven beneficiados por el aumento logrado.
Pero si la lucha se encara como parte del mejoramiento de la masa salarial de todos los trabajadores del país, adquiere un sentido nacional de lucha de clase contra clase y tiene un sentido revolucionario ya que pega en el centro de las ganancias de toda la burguesía, que en este punto del desarrollo histórico, está a la defensiva y sólo atina a sostener, a capa y espada, su sistema capitalista y su tasa de ganancia.
Aunque no se logre, desde un principio y en una sola vez, la lucha masiva de todos los trabajadores del país por el aumento salarial, el hecho de que la encaremos como parte de una lucha de todos, ya le da un carácter de unidad y de compromiso de clase. Y en ese camino y persistiendo, seguramente lograremos la lucha nacional por las mejores condiciones de vida de todos los trabajadores y pueblo en general. Porque es natural, y la historia lo confirma, que cuando unos ganan, los demás queremos ganar.
Por eso, aunque desde las estructuras gremiales, herramientas actuales de los monopolios, entreguistas de las aspiraciones obreras y de trabajadores en general, no se active la lucha salarial, los trabajadores podemos encarar, como lo venimos haciendo, la presión, la agitación, la movilización y las medidas de fuerza para conquistar mejoras laborales y salariales en particular. En la mayoría de los casos obligando al gremio a ponerse al frente de las demandas para no quedar expuesto y colgado de la brocha, aunque, previo a ello, haya hecho lo imposible para frenar la lucha, desviarla o confundir.
Pero si lo hacemos con una visión nacional daremos un paso enorme en la unidad de toda la clase obrera y de los trabajadores en general, a la vez que aportaremos con nuestra acción para que la lucha se generalice y se nacionalice.
Desde una fábrica en la que se genere la lucha, salir decididos al parque industrial o a la zona y región para buscar la unidad con otros trabajadores aunque no sean del mismo gremio pero con quienes compartimos la misma masa salarial de todo el país a la que la burguesía monopolista a través de su gobierno antipopular trata de poner freno con un techo del 20%.
Aunque nos quieran hacer creer que todos somos diferentes (porque, según nos dicen, “no es lo mismo un metalúrgico que un textil o un trabajador de la industria plástica”), tanto los empresarios monopolistas como su gobierno nos ven de la misma forma, sin diferenciarnos, y nos castigan con un techo común aunque no lo logren ya que, como se viene haciendo, se ven obligados a conceder cuando la presión y la lucha los obliga a perforar el techo que nos quieren imponer.
Lo que a ellos les importa como clase no es tanto el aumento en tal o cual sector o empresa sino el promedio de aumento de la masa salarial general.
Por eso el gobierno pone tanto empeño en sostener el 20% como techo.
Nosotros los trabajadores debemos enfrentarlos con unidad entre las distintas fábricas, los parques industriales, las diversas actividades, aunque pertenezcamos a distintas ramas. Elevar el salario de unos es elevar el salario de todos y elevar el salario de todos debe ser nuestro objetivo inmediato, porque significa lograr un mejoramiento en nuestras condiciones de vida en el camino de la pelea por eliminar la explotación que sólo lograremos cuando nos adueñemos socialmente del fruto de nuestro trabajo que hoy se apropian los capitalistas.
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