La crisis mundial del sistema capitalista no puede ser ocultada. A
los ojos de los pueblos del mundo la crisis del sistema es la que éste
intenta volcar sobre sus espaldas, atacando derechos, conquistas y, en
definitiva, apuntando a un empobrecimiento de las masas trabajadoras y populares sin parangón en la historia del capitalismo.
El gran cambio que vive la lucha de
clases mundial es, entre otros tan importantes, el que presenciamos a
diario sea en una lucha en América, una movilización en Europa o una
huelga en Asia o África: lo que antes el sistema presentaba como
políticas que nos “salvarían” de las crisis, ahora son identificadas como las políticas que, definitivamente, van a terminar hundiéndonos en la miseria más absoluta como Humanidad.
La oligarquía financiera mundial no está
en condiciones ya de convencernos que nuestra suerte como individuos y
seres sociales está atada, irremediablemente, a su suerte. Muy por el
contrario sabemos que cuanto mejor les va a ellos, peor nos va a ir a los pueblos.
Este fenómeno recorre la conciencia de
las masas a nivel planetario. No hay un manifiesto mundial que así lo
afirme, pero no es lo que hace falta para poder realizar esta
afirmación. Los procesos de lucha y movilización abierta y callejera que
se dan en el planeta, las consignas y objetivos por los que se lucha,
muestran claramente que las masas no están dispuestas a soportar pasivamente el ataque de la burguesía monopolista mundial.
Es este un proceso objetivo que no ha dependido ni depende de la voluntad de nadie, sino que es producto del desarrollo de la lucha de las clases.
Su vitalidad y vigor comienzan a demostrar que no es un fenómeno
pasajero sino una tendencia concreta y afirmada que define un proceso de
luchas que van y seguirán yendo en ascenso, aumentando las
contradicciones y las crisis del sistema capitalista en su conjunto.
Sin embargo, hay algo que la burguesía
monopolista se encarga de resguardar sistemáticamente: la existencia de
una clase capaz de poder oponer un proyecto de salida revolucionaria a
la crisis del sistema.
Mientras la matriz de los ataques
radican en la búsqueda por defenestrar y borrar todo derecho laboral que
aun quede en pie, en atacar la organización independiente de los
trabajadores, en achatar cada vez más los niveles salariales de una
punta a la otra del planeta, las usinas ideológicas del sistema
alimentan cualquier teoría que niegue el cambio revolucionario en la
sociedad y el papel de las clases en pugna. Tanta preocupación es
suficiente para alertar y confirmar que la clase dominante sabe muy bien dónde está su enemigo acérrimo e irreconciliable.
Mas aun quedan “desprevenidos” que no saben leer esta realidad y
elaboran sesudas argumentaciones que terminan haciendo una crítica del
sistema pero alentando salidas que no rompen definitivamente con su
esencia inhumana y explotadora y, por lo tanto, más que salidas son
trampas ratoneras.
La clase obrera sigue siendo la
única clase capaz de enarbolar un proyecto de revolución social que sea
un proyecto emancipador para el resto de las clases populares. Y
ese proyecto es el socialismo, es un cambio revolucionario; es la lucha
por el poder político que signifique desalojar a la burguesía del
mismo; es despojar a la burguesía de la propiedad de los medios de
producción para poner estos al servicio del ser humano y la naturaleza;
es arremeter contra sus intereses de clase implacablemente en todos los
aspectos que hacen a la organización de la sociedad: político, económico
e ideológico.
Esta convicción también abarca la
certeza de que cuanto antes una revolución proletaria alcance el
triunfo, muchos sufrimientos se ahorrarán a los pueblos del mundo. De lo
contrario sería seguir subsistiendo, seguir agonizando junto a la
agonía del sistema pero soportando, indudablemente, los peores
sufrimientos a los que éste nos puede arrastrar.
La salida es la revolución no es una simple consigna;
es la verdadera respuesta que los revolucionarios consecuentes podemos
enarbolar en esta etapa tan dramática pero a la vez tan apasionante que
atraviesa la Humanidad.
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