Por
estos días y en el marco de diferentes “conflictos”, de índole laboral,
social y hasta inclusive políticos, “renacen” con insistencia ciertos
conceptos que la burguesía en el poder saca y pone del cajón, con el
único objetivo de embarrar la cancha, desviar el sentido de los reclamos
y, fundamentalmente, continuar aplicando sus políticas antipopulares.
Entre ellos podemos citar la idea de que “el Estado está ausente” o que “el Estado es árbitro de los sectores en pugna”. Ambos conceptos están atravesados por el mismo interés.
Los crecientes subsidios a las empresas
(cubiertos o encubiertos, inclusive a los Bancos), que año a año
aparecen en todos los presupuestos oficiales (nacionales, provinciales y
municipales), son parte de la contundente demostración de la fuerte presencia del Estado, en contrapartida a lo que tanto gusta declamar el progresismo mediático.
Empresas vinculadas al transporte, la energía y la alimentación; así como todo lo relacionado a la industria automotriz, farmacéuticas, minería y petroleras (entre otras), se encuentran a la cabeza del ranking de beneficios que prolijamente defiende y enarbola el gobierno burgués.
El proceso inflacionario es otro aspecto que desnuda lo que decimos. Nos quieren hacer creer que la inflación es una especie de maldición divina que
nos cae del cielo porque no nos portamos bien… ¿No son acaso los
grandes monopolios los que aumentan los precios para sostener su cuota
de ganancia? ¿No es acaso el Estado un instrumento de ellos? Por
supuesto que es así. El Estado no es árbitro de la lucha de clases, el Estado es de los monopolios,
que lo utilizan como mecanismo de dominación, y al mismo tiempo de
extracción de masas fabulosas de plusvalía, por intermedio de todos los
mecanismos a su alcance (salarios, precios, subsidios, endeudamiento,
etc. etc.)
La diferencia de este gobierno “nacional y popular” con
los anteriores es que se ha visto obligado –por la situación de masas- a
utilizar otros versos, pero en esencia defiende exactamente los mismos
intereses que de la boca para afuera dice denostar.
La presidenta Kirchner y su gobierno, está haciendo muy bien los deberes para los monopolios. Los números de las empresas están a la vista (expectativas, le dicen ellos) y las calamidades que no cesa de padecer el pueblo, también.
El gran problema que enfrentan es que
cada día está más claro que en las manos del pueblo trabajador argentino
y en base a los recursos con que cuenta nuestro país, se generan todas
las riquezas. ¿Para qué los necesitamos?
Hemos transitado diversos gobiernos y,
uno tras otro, han demostrado que para lo único que trabajan es para los
intereses de los monopolios.
La vida digna que nos
merecemos como trabajadores y como pueblo no tiene nada que ver con lo
que la burguesía pretende vendernos como “proyecto”, porque en realidad es una imposición.
La pelota está en el aire porque este es un momento político muy especial para nuestro país. La confrontación de clases se profundiza.
Aparecerán seguramente nuevos personajes que pretenderán repartir
nuevamente espejitos de colores. Pero la realidad es una sola: ya nadie les cree. Las luchas por nuestra dignidad, que venimos dando a lo largo y ancho de nuestro país, así lo demuestran.
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