El BCRA dio a
conocer ayer una nueva resolución que apunta a que las grandes
cerealeras dejen de financiar sus exportaciones con pesos en bancos de
Argentina y lo hagan tomando deuda en dólares con bancos en el
extranjero, con el fin de que esos dólares ingresen a las arcas del
Banco Central que no deja de perder reservas día tras día.
No decimos nada
nuevo si afirmamos que ésta es la enésima vez que el gobierno
kirchnerista saca “de la galera” una resolución que (como el caso del
blanqueo de capitales) termina siendo un rotundo fracaso. En el caso de
las cerealeras, esta medida que hoy se toma fue conversada con las
propias empresas hace un mes atrás y éstas se comprometieron a traer
2.000 millones de dólares que nunca llegaron. Así que ya le encontrarán
la vuelta a esta nueva resolución.
No olvidar que
estamos hablando de las mismas multinacionales que todavía no vendieron
7.400 millones de dólares de la última cosecha de soja.
Pero volviendo a
lo anterior, decíamos que éste es uno de los tantos manotazos de ahogado
del gobierno que no atina a resolver ninguno de los problemas de la
economía. Los analistas burgueses se limitan a criticar la incapacidad
de los funcionarios (cuestión que no vamos a refutar), pero allí no
termina la cosa. A la mayor o menor capacidad de los popes del gobierno,
hay que sumarle, y tener como principal causa de sus desaciertos, la
despiadada lucha intermonopolista que se está librando en le seno del
mismo, producto de la profunda crisis política que atraviesa la clase
burguesa en nuestro país.
Lo decimos en
otras notas publicadas en nuestros medios: La burguesía monopolista sabe
que debe ajustar las cuentas, lo que significa atacar el bolsillo de
las masas populares, pero no atina, porque no puede, al éxito de ninguna
receta pues ninguna facción de la clase en el poder cuenta con el
respaldo político, ya no sólo de disciplinar a toda su clase, sino de
poder aplicar esas políticas a un movimiento de masas francamente
declarado en rebeldía a la hora de defender derechos y conquistas.
Esto exacerba
entonces la lucha interburguesa en un “todos contra todos” que se
manifiesta en las divisiones cada vez más visibles en el elenco de
gobierno; cada medida y cada desacuerdo tiene detrás intereses de tal o
cual sector y ninguno logra imponerse del todo en el marco de la lucha
de clases. Los exportadores de cereales no quieren traer dólares ni
venden la cosecha a la espera de una devaluación; los importadores de
insumos (como las automotrices, autopartistas y fabricantes de
electrónica e informática) se financian con esos dólares baratos cuando
traen esos insumos; las empresas de servicios como grandes cadenas de
comercialización, telecomunicaciones, bancos son aspiradoras gigantescas
de los pesos en circulación y realizan pingües ganancias en el mercado
de créditos a tasas altísimas; la importación de combustibles (que
fundamentalmente es otro gran subsidios a las industrias) toca a todos
ellos pero, evidentemente, ninguno quiere pagar la fiesta.
La etapa de lucha
que se abre estará enmarcada por estas disputas por arriba que
intentarán saldar atacando a los de abajo. Aunque nazcan con una
incapacidad congénita, las medidas de ajuste vendrán tarde o temprano
por lo que es menester avanzar en la consolidación de las organizaciones
de lucha (comités fabriles, comités de base, organizaciones
interfábricas, organizaciones de unidad obrero popular) y de las
herramientas políticas en todos los niveles (nacional, provincial,
regional, local) con el claro objetivo de enfrentar los ajustes y toda
arbitrariedad que la burguesía intente en el plano político, económico y
social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario