domingo, 10 de noviembre de 2013

La seguridad del pueblo debe ser resuelta por el pueblo con sus luchas


La titular de la secretaría de delitos complejos del gobierno de la provincia de Santa Fe, Ana Viglione, quien es policía y abogada, sufrió un robo en su domicilio.
La nota destacada fue que los delincuentes sustrajeron una computadora, una Tablet, un T.V. y la cámara de seguridad, más el sistema de archivo de la misma. No fue despojada de joyas, alhajas, dinero en efectivo (que la misma funcionaria se encargó de aclarar que había en el interior de la vivienda) y otros objetos de valor que acostumbran buscar los ladrones.
Es evidente que se trató de un hecho en donde, además de ejercer intimidación, el botín eran los archivos de información con los que pudiera contar la funcionaria.
La versión oficial intenta, por enésima vez, presentar el hecho como la acción de policías malos contra policías y gobierno buenos.
Pero a todas luces, no es más que una lucha entre bandas de delincuentes que están enfrentados por los grandes y suculentos negocios que se disputan entre sí. Esta vez, la secretaria mencionada bebió de su propia medicina.
Recordemos que el ex jefe de la policía y altos mandos a quienes el gobierno siempre había respaldado y renombrado como buenos policías están procesados por narcotráfico y delitos varios. Hace unas semanas la casa del gobernador de Santa Fe fue tiroteada con balas de grueso calibre. En esta misma semana se produjeron nuevas “fugas” de la alcaidía de Rosario, y van…
Los mismos hechos se reproducen a lo largo y ancho del país. También en esta semana hubo fuga de presos en una cárcel de General Roca, Río Negro.
Las denuncias de la población sobre hechos en los que indudablemente participan policías de civil simulando ser ladrones comunes, se multiplican cada vez más. Como todos sabemos, no sólo la policía es una institución organizada para el delito contra la población sino también las otras fuerzas de seguridad. Todas, están bajo el cobijo del gobierno y del aparato de justicia ya sean éstos provinciales o nacional. Detrás de escena y bien cubiertos tras sacos, corbatas y vestidos elegantes con adorno de joyas abundantes, y guarecidos en el interior de los bancos, grandes empresas y respetables enormes comercios, están los popes de los grandes monopolios quienes manejan los millones de dólares de la droga, la trata de personas, la falsificación, el contrabando, los robos, etc.
La descomposición del Estado al servicio de los monopolios producto del acorralamiento al que lo somete la lucha de clases más la urgencia de los negocios que ven peligrar, multiplica las contradicciones entre los diversos delincuentes que usurpan los bienes en forma legal e impunemente, y cuando las leyes no les sirven, lo hacen en forma “ilegal” aunque también en forma impune.
La “solución” que propone el Estado es aumentar la cantidad de policías e infraestructura que utiliza la misma (patrulleros, cámaras de video, armamento, sistemas de comunicación, etc.). En una palabra: ¡llenar de delincuentes las calles con mejores autos y armamento!
El problema de la seguridad para el pueblo sólo lo resolverá el pueblo luchando y organizándose para combatir en mejor forma contra la burguesía monopolista y su aparato estatal. La raíz del problema de la seguridad es la misma que los problemas de carestía de la vida, abuso institucional contra la población, explotación laboral, falta de salud, educación, vivienda, condena a una vida indigna para las mayorías laboriosas, etc.
La lucha de clases es integral y no sólo comprende los aspectos económicos. Este sistema está corrupto por donde se lo mire y su estado de descomposición ya no admite ni siquiera un lavado de cara. El pus sale por todos los poros y por eso mismo hay que atacar la infección de raíz. Aunque aparente ser lo más difícil, en realidad es lo único efectivo. Todo lo demás empeorará el problema. Sería igual a pretender curar el cáncer con una aspirina cuando en realidad se debe extirpar el tumor.
La lucha por la seguridad de la población es, en consecuencia, una lucha política en donde la clase obrera y el pueblo deben enfrentarse contra la burguesía monopolista, su gobierno y todas las instituciones del poder burgués, tal como lo hace en procura de las demás reivindicaciones.

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