El
avance y la movilización permanente del proletariado y los sectores
populares que luchamos por nuestras conquistas, que cuestionamos cada
vez más a las instituciones del Estado burgués al servicio exclusivo de
los monopolios, estamos forjando la unidad en la lucha, al tiempo de no
escatimar esfuerzos para que el germen del proyecto revolucionario
asome. De esta manera y entre otras cosas, las luchas del proletariado y el pueblo inciden o determinan la forma en que la burguesía hace sus negocios.
Es
decir, la imposibilidad de la burguesía de darle cauce “urgente” a una
serie de medidas contrarias a las necesidades populares están dadas por la lucha de clases.
Porque
la lucha de clases, no sólo genera un movimiento de avance o retroceso
sino que, al interior de cada contendiente, va profundizando sus
contradicciones y su maduración. Así, en la burguesía monopolista crecen
las disputas, la voracidad por la plusvalía (la propia, pero también
por el control de la plusvalía de otros sectores burgueses), y la
necesidad de hacer y cerrar negocios urgentes.
Además, se profundizan las divisiones políticas, la degradación cada vez más acelerada del sistema, y la crisis política de dominación frente a su oponente: el proletariado y el conjunto del pueblo.
Mientras tanto, el proletariado y el pueblo en la vereda de enfrente, a
través de la lucha, acumulamos fuerzas, se foguean nuevos contingentes
de vanguardia en abierta confrontación con un Estado, cada vez más
alejado de los problemas reales. Así, vamos encontrando formas de unidad
y organización autoconvocados, de nuevo tipo, que avanzan por sus
reivindicaciones y derechos políticos.
Tan
alejada de los problemas reales del pueblo, la reciente aprobación de
la “Ley de Medios”, a su vez, está siendo utilizada por todo el aparato
político y por los propios medios masivos de desinformación (siempre,
estén en manos de quién estén, al servicio del sistema y de los
intereses monopólicos) como cortina de humo para tapar
los conflictos crecientes por aumentos de salarios, por el deterioro de
las condiciones de vida, vivienda, salud, educación, trabajo, seguridad,
etc.; en resumen, los intereses y necesidades de millones de
compatriotas que padecemos las calamidades de este sistema inhumano.
Toda
discusión que se da por arriba, ajena a los problemas reales, es un
ejemplo claro de que la crisis política de la burguesía no sólo se
expresa en la superestructura sino que, además, condiciona la forma en que el capital financiero realiza sus negocios.
Como ya está dicho, “libertad de prensa” no es más que “libertad de empresa”, tal como la “seguridad jurídica” que los monopolios reclaman para el desarrollo de sus inversiones, no es más que el paraguas que intentan abrir para frenar a los trabajadores y sus justos reclamos.
Ambos
principios burgueses los tienen que tirar por la borda en el contexto
de auge de la lucha de clases. La burguesía continúa bebiendo de su
propia y amarga medicina, servida en bandeja por la creciente lucha
popular.
La
profundización de la lucha nos permitirá afianzar la confianza en
nuestras propias fuerzas, construir nuestras herramientas, nuestra
organización; que nos permita, desde nuestros propios intereses, hallar
la salida de este atolladero indigno al que nos ha llevado la burguesía.
Meter el dedo en la yaga con la movilización y la lucha es la tarea de los revolucionarios. Agudicemos su crisis luchando por nuestra verdad.
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