La
fragilidad de la salud presidencial, no está dada en el hematoma
(colección subdural crónica) en la cabeza de la presidenta, sino en la cabeza del gobierno del Estado al servicio de los monopolios.
Acorralados por la lucha popular que se
profundiza y se sostiene, los monopolios que intentan timonear el barco
de sus negocios en el mar bravío de la lucha de clases, se encuentran con el encierro de sus propias contradicciones.
Además, el discurso de la democracia se
da de patadas con la competencia interimperialista a muerte y no permite
que el poder de la oligarquía financiera se apoye en la mentira para
engañar al pueblo.
Ejemplos de ello se dan a diario. Sólo citaremos dos casos: Los vecinos rosarinos,
al cumplirse dos meses de la tragedia, marcharon en demanda de justicia
por la explosión que en fecha 06 de agosto pasado se llevó más de
veinte vidas y destruyó hogares, proyectos y aspiraciones, y apuntaron
contra quienes son los responsables: Litoral Gas S.A. y el Enargas, a
pesar de que se intentó poner como chivo expiatorio al gasista que
intervino en la reparación del regulador o al consorcio dueño del
edificio en donde ocurrió la explosión. El otro caso es la declaración
de Scioli en el acto de entrega de móviles para la gendarmería: “Nosotros
tenemos una agenda de gestión y este acto aquí en la casa de Gobierno
está dentro de esta agenda: nuevos móviles de la gendarmería para
reforzar aún más el trabajo para brindar mayor seguridad a nuestros
vecinos”. Esto fue dicho en presencia de Berni, el secretario de seguridad quien había dicho en Rosario, que “la gendarmería no está para cubrir la seguridad ciudadana de la que se tienen que ocupar las fuerzas policiales”.
Y esto es lo que a diario ocurre con las
mentiras del poder sobre cada una de las medidas que se toman para
garantizar sus negocios y que se intentan hacer pasar como beneficiosas
para el pueblo. Se desmoronan antes de nacer y se hacen añicos.
Cuando la lucha de clases
arrecia y acorrala al poder de la burguesía monopolista, todos los
problemas, desde los más locales y cotidianos hasta los más resonantes,
cobran una dimensión gigante.
Por eso, en el caso de la enfermedad de
la presidenta, mientras ésta esté internada, el vicepresidente Boudou
estará a cargo del Poder Ejecutivo, resolución que salió con forceps ya
que la propia presidenta se negaba a transferir el cargo de
“mandataria”.
Mientras tanto, desde le curia, por
gestión inequívoca del Papa Francisco y con la comedida colaboración de
Duhalde, en su doble papel de chupasirio y asesino de luchadores, se
intenta unir lo imposible de unir: es decir, a los distintos partidos
políticos de la burguesía que, al decir del personaje peronista
mencionado, “no existen tantas diferencias entre peronistas, radicales y socialistas”,
gran verdad que no le discutimos ya que todos son expresiones de una
misma burguesía aunque con diversos intereses de negocios. El motivo
elegido en esta ocasión fue la presentación de un libro sobre la gestión
de Bergoglio durante su obispado.
La imposibilidad de la unidad entre
sectores monopolistas es producto de la combinación de la lucha de
clases y de la disputa intermonopolista por los negocios. La democracia y la unidad no son los carriles por los que transita el poder monopolista.
La democracia y la unidad son
características que sólo la clase obrera y los sectores populares pueden
levantar como bandera real en su enfrentamiento al poder de la
oligarquía financiera.
Las mentiras y el engaño burgueses son imposibles en este marco del enfrentamiento. Todo sale a luz, aunque se intente ocultar.
La fragilidad de la salud de la
presidenta no es la causa de los problemas institucionales sino la
consecuencia de la fragilidad de la salud del poder de los monopolios,
cuyo fundamento es la lucha del pueblo.
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