Cientos de medidas de fuerza, paros, cortes de rutas, de calles, de accesos a empresas. Todos hechos producto de la autoconvocatoria de masas por fuera de las instituciones del Estado y en contra de ellas, en los que se practica la democracia directa. Práctica de luchas en las que las masas aprenden a ejercer el poder que les confiere el ejercicio de la lucha de clases frente a la burguesía que sólo atina a sostener sus políticas orientadas al mantenimiento de la cuota de ganancia.
Desde Salta a Tierra del Fuego, desde Mendoza a Buenos Aires, el país se mueve y se agita en un constante ascenso que profundiza la crisis política y económica, crisis de agonía y decadencia del imperialismo.
Este ascenso firme e innegable constituye la característica esencial del proceso que vivimos en que las masas manifiestan que ya no están dispuestas a vivir la vida que les impone la oligarquía financiera quien, por su parte ya no puede sostener su dominación como lo hacía hasta ahora, porque el camino se le hace intransitable y no puede avanzar con sus medidas. Ello más la generalización y profundización de las movilizaciones y luchas son lo que conforman el escenario de la situación revolucionaria que vivimos.
Los reclamos económicos se mezclan, se ligan y se funden con las luchas políticas, lo cual da nacimiento y sustento a las acciones revolucionarias de masas que ponen en jaque al sistema capitalista.
La rebelión de los petroleros del sur obligando al gobierno al cese de la intervención del sindicato y el llamado a elecciones que se concretará en los próximos días; el conflicto docente de Castelli ganado por los trabajadores y que derivó en la lucha de múltiples organizaciones sociales a las que pretendieron escarmentar sacándoles la ayuda social del Estado conquistada con luchas y sacrificios y que costó la vida de un compatriota; la toma, por siete días, de la casa de gobierno de Tierra del Fuego, son los tres hechos más emblemáticos, y por cierto no los únicos, de luchas política en donde el Estado debió enfrentarse sin intermediarios, totalmente expuesto, a las demandas de las masas, que lo hicieron hocicar y retroceder, mostrando su debilidad absoluta a pesar de la fiereza represiva con la que pretendió enfrentar los conflictos.
Estas acciones revolucionarias de masas superan cualquier encuadramiento entre luchas económicas, políticas o sociales.
Las acciones revolucionarias de masas combinan, fusionan y profundizan las luchas políticas, económicas y sociales en un solo hecho político revolucionario contra el sistema que agobia y hace imposible las vidas de las mayorías laboriosas y populares de nuestro país.
Éstas constituyen la nueva impronta del ascenso revolucionario que presagia el camino hacia la crisis revolucionaria.
Dada esta realidad objetiva que no depende de la voluntad de fuerza política alguna, ni de individuo o factor ideológico proveniente de ningún sector social, es imprescindible avanzar en los caminos de la unidad política de quienes empujamos para que la situación revolucionaria desemboque en crisis revolucionaria hacia una salida revolucionaria que dé nacimiento a una nueva Argentina.
Una Argentina liberada del oprobio de la explotación imperialista, del Estado al servicio de los monopolios. Una Argentina socialista cuyo Estado revolucionario asiente sus bases en los centros de producción, en los barrios, los centros educativos y, en general, en todo y cuanto lugar las masas movilizadas se encuentren para planificar, decidir y ejecutar las políticas sociales que permitan resolver sus necesidades y realizar las aspiraciones de vivir una vida digna y planificar un futuro de realizaciones colectivas.
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