domingo, 9 de junio de 2013

Cuando los trabajadores decidimos, ejercemos nuestro poder

En el Hospital de Tupungato, provincia de Mendoza, los trabajadores decidieron desde hace un tiempo comenzar a ejercer por mandatos de Asambleas, sus opiniones y voluntades.
En un ejercicio de poder y de democracia directa que no tiene igualación en los marcos de la institucionalidad de este sistema, comprobaron (y comprueban) que organizados pueden si quieren y ejecutan si lo deciden.
Las Asambleas empezaron a reunirse para discutir asuntos y necesidades internas. Se organizaban los eventos que se compartían con la gente de la zona y  como compañeros. Participaban profesionales de todas las especialidades, médicos, enfermeros, técnicos administrativos y servicios generales, todos como un amplio equipo de trabajo.
Al principio no todos participaban, pero un grupo asambleario se fue conformando, hasta que un asunto en particular fue digno de ser tratado por la mayoría.
Frente al autoritarismo, la persecución y el maltrato por parte de un Director fuera de sus cabales y embriagado de poder político de turno, y ante una situación puntual del maltrato de una compañera, se dio el "si tocan a uno, nos tocan a todos".
La Asamblea votó hacer las denuncias pertinentes y comenzar a "resolver" el problema. Fue convocada una paritaria interna del Hospital entre la Asamblea Soberana y la Subsecretaría de Trabajo. La reunión se realizó en el Hospital y contó con la presencia de un Director desencajado por la impertinencia de "sus" empleados. Los sindicatos, al ser notificados de la situación, se hicieron presentes y ratificaron lo que la Asamblea ya había votado: "EL DIRECTOR SE VA".
Y no hubo vuelta atrás: el representante de la Subsecretaría tuvo que dictaminar: intervención del Hospital y remoción del cargo del Director.
Un triunfo más de la clase trabajadora, un triunfo más de la confluencia de voluntades. La Asamblea continúa en pleno, a veces con todos, a veces con menos compañeros, pero siempre tomando resoluciones; compartiendo con la comunidad, involucrando al resto de la población en la vida cotidiana del hospital, porque los trabajadores llevan adelante una idea fuerte: son parte de un pueblo que se pone al frente a la hora de resolver sus necesidades.
Esta experiencia, como miles de otras, nos dejan una profunda enseñanza: este ejercicio ya es patrimonio de las nuevas instituciones que construye nuestra clase trabajadora en la construcción del poder popular, del poder revolucionario.





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