La ola de violencia e inseguridad que se vive a lo largo y ancho del país, en este caso en la provincia de Buenos Aires, ya es insostenible.
14 asesinatos, cientos de robos, decenas de abusos y violaciones, droga en cualquier esquina y ningún caso esclarecido, son las frías estadísticas del delito y a la vez el drama social que sufre y llevó a la población de Junín -ciudad que hasta no hace mucho tiempo era una de tantas localidades del interior bonaerense donde predominaba la tranquilidad- a autoconvocarse y hacer justicia, prendiendo fuego patrulleros y una comisaría, los tribunales y el municipio.
La gota que colmó el vaso fue el terrible asesinato de una joven de 17 años. Los vecinos decidieron hacer sonar el escarmiento en 24 horas de pueblada contra el Estado y sus instituciones.
El desprecio por la vida humana y la indiferencia de los funcionarios y políticos claramente sintetizada en la frase “Sensación de inseguridad” que cotidianamente utilizan, la corrupción que mata, que hizo que un tren que terminara estrellándose en la estación Once, junto a las políticas del poder que retroalimenta con la marginalidad, la explotación y opresión están entre las razones de la decisión ejemplarizadora de la población de Junín.
Una vez más nuestro pueblo ha marcado el camino. Movilización permanente, enfrentar al Estado y sus políticos y comenzar resolver desde la autoconvocatoria la seguridad de nuestros barrios.
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