miércoles, 4 de diciembre de 2013

Acuerdo YPF-Repsol: con la velocidad de un auto de alta gama

De 0 a 100 km/h, en 10 segundos. Ésta es una de las características que se destacan promocionalmente para la venta de automóviles.
Si se hubiese promocionado la expropiación de YPF a favor del capital financiero internacional, la promoción hubiera sido similar.
Pues con la “nacionalización” de YPF, en un año y medio se pasó de $ 0 a US$ 5.000 millones. Recordemos al respecto la altisonante declamación de Kicillof al momento del traspaso de las acciones de YPF a manos del Estado, mediante la cual dijo que no se le pagaría un peso a Repsol.
Como ocurre con todos los negocios de los monopolios, el Estado absorbe dinero del trabajo y esfuerzo de las mayorías laboriosas y, a través de mecanismos legales, pero espurios, como todas las decisiones gubernamentales, legislativas y judiciales de los funcionarios del Estado, se los entrega a los dueños de esas empresas monopolistas.
Con el Capitalismo Monopolista de Estado, o sea, un Estado en manos de la oligarquía financiera, las privatizaciones o las “nacionalizaciones” son todos negocios para el mismo sector de clase. Claro que esos negocios, como todo el funcionamiento del sistema capitalista, se hace con los dineros y esfuerzo del pueblo en beneficio de esa porción más concentrada de la burguesía monopolista.
En definitiva, el Estado destinará la suma millonaria descrita a pagarle a Repsol en concepto de “compensación” por la expropiación de YPF. Pero, el beneficio de que se haya nacionalizado esa petrolera, será usufructuado por Chevron y otras empresas con las cuales el Estado argentino realiza acuerdos de explotación de los hidrocarburos y gas natural, a cambio de chirolas que también destinará a subsidios de monopolios y otros menesteres igualmente repudiables, tal como lo viene haciendo independientemente de quién esté al frente del gobierno.
Mientras el Estado esté al servicio de los monopolios, toda privatización y toda nacionalización serán negocios para la oligarquía financiera y una desgracia para el pueblo.
La única “decisión” que un Estado al servicio del capital financiero puede tomar en favor del pueblo, es la que se ve obligado a otorgar, o sea, la que se arranca por medio de la lucha y la presión de la movilización popular.
Nuestro destino como pueblo, no es otro que enfrentar esa situación, profundizar y generalizar las luchas por nuestros intereses, a caballo de la gran crisis política que tiene el poder de esa oligarquía financiera y sus personeros gubernamentales quienes no pueden engañar al pueblo,  hasta arrancar, de manos de la oligarquía parasitaria, el Estado a su servicio, destruirlo sin miramientos y, sobre sus ruinas, construir el Estado revolucionario basado en la organización de todo el pueblo trabajador movilizado a conquistar sus aspiraciones relegadas durante años. 

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